domingo, 29 de abril de 2012

Auxilio en Venecia (Juan José Gárate)

Con este cuadro Gárate consiguió en 1895 la medalla de tercera clase en la sección de pintura de la Exposición General de Bellas Artes. Más tarde enviaría el lienzo a Berlín. Al igual que la mayor parte de los artistas coetáneos, el pintor viajo a Italia con tan solo diecisiete años, permaneciendo allí por espacio de ocho años. De este período se conservan interesantes obras que aluden a la ciudad de Venecia, cuya característica principal, además del gran dominio de la técnica del dibujo, es la luz y colorido que transmiten.


En “Auxilio en Venecia” se sugiere una perspectiva arquitectónica a base de una sucesión de bellos edificios venecianos al pie del Gran Canal, donde dos grupos de personas se distribuyen en torno a una gran escalera de piedra. Mientras un primer grupo compuesto por mujeres y niños parece observar una escena con gran expectación, el segundo, formado por adultos, se muestra presa del pánico y del dolor. Todo ello hace intuir una cruel desgracia, que bien pudiera ser el hallazgo de un cuerpo muerto que de forma intencionada esconde el pintor tras la escalera.

viernes, 27 de abril de 2012

Retablo de Santa Apolonia (Pedro Pertús)

La zaragozana iglesia de San Lorenzo se ubicaba en la plaza de su mismo nombre, en las inmediaciones de la actual iglesia de San Pedro Nolasco. De origen románico figuraba en una donación al Monasterio de San Juan de la Peña en 1182.
Además del retablo  mayor, albergaba en su interior otros siete retablos más, uno de ellos dedicado a Santa Apolonia. Documentalmente se sabe que este retablo fue encargado en diciembre de 1576 al mazonero Juan de Rigalte por los testamentarios de Don Pedro de Alfajarín para colocarlo en una de sus capillas. En las capitulaciones de 12 de diciembre de 1576 se estipula que en las tablas del retablo se narre la vida y martirio de la santa. Pedro Rigalde labró una imagen de la titular que ocupaba el centro y un Calvario para el ático. Pedro Pertús realizó las escenas de la vida de Santa Apolonia, mas tres tablas con historias de la Pasión de Cristo.
Desaparecida la iglesia de San Lorenzo, las cuatro tablas que se conservaban del retablo fueron donadas al Museo de Zaragoza por la Junta parroquial de la misma. Es el 30 de noviembre de 1868 cuando las tablas ingresan en el Museo.
En la tabla del interrogatorio, la santa está flanqueada por dos soldados  que la sujetan por los brazos en presencia del juez. Viste túnica romana, presenta nimbo circular sobre la cabeza y gesticula con sus brazos y manos para hacerse entender mejor por el juez.


La flagelación de Santa Apolonia se desarrolla, al igual que el resto de escenas, en un interior marcado por robustas arquitecturas que le imprimen profundidad, insinuando al fondo un pequeño paisaje. Se presenta a la santa en el centro, arrodillada y con medio cuerpo desnudo. Sus manos en posición de oración y su rostro tranquilo y sereno no transmite sufrimiento. El tono blanquecino de la figura otorga luminosidad a la protagonista, adquiriendo así un tratamiento casi escultórico de su cuerpo. Dos personajes la azotan y una mujer arrodillada implora por su salvación.


En la tercera tabla se representa otro pasaje del martirio de la santa, en el que tras ser perseguida por Dacio y obligada a blasfemar de Dios, se le habrían arrancado todos los dientes, uno a uno, con unas pinzas o tenazas. La santa aparece con las manos unidad y sangrando abundantemente por la boca.


En la cuarta tabla Pertús desarrolla la escena de la degollación de Santa Apolonia. Aunque habitualmente la iconografía relaciona a la santa con su muerte en la hoguera, el pintor prefirió hacer una interpretación más libre. Así, presenta el momento en el que la santa en el centro de la composición, con el torso desnudo, arrodillada y con las manos en oración, inclina la cabeza y se somete a su verdugo, que impasible levanta la daga. A un lado un grupo de hombres, que representan al pueblo, observan y comentan la escena que están presenciando. Al otro lado un hombre parece explicarles los hechos. Este personaje se identifica con el juez pues así se muestra en otras dos escenas de este grupo. Al fondo un paisaje en el que se divisa una población amurallada.


Pedro Pertús fue el iniciador de una saga de pintores que se localizan entre Zaragoza y Tudela desde 1545. La primera noticia sobre el fundador de la dinastía es de 1546, cuando se le condena a pintar un lienzo del Crucificado para el hospital de San Gil de Zaragoza. El pintor falleció en esta ciudad el 23 de octubre de 1583.

miércoles, 25 de abril de 2012

San Miguel pesando un alma (Juan de la Abadía)

Esta pintura sobre tabla que actualmente se expone en el Museo de Arte de Cataluña procede de la iglesia parroquial de la localidad oscense de Liesa. Al museo llegó en 1932 con la colección Plandiura, quien la había adquirido con antelación. Se atribuye a Juan de la Abadía y, por lo tanto, fue realizada a finales del siglo XV.


En la parte inferior de la tabla un ángel asiste a una figura femenina vestida, mientras que el demonio intenta inclinar el platillo donde hay una figura masculina desnuda, todos a menor tamaño que la figura del titular. La pintura está resuelta a la manera de otros trabajos atribuidos a La Abadía, conocedor de la pintura flamenca con la que está relacionada la solución dada a los pliegues del manto y de la túnica de San Miguel. Compositivamente, usa las alas del arcángel para reforzar en curva el distintivo religioso de la aureola, subrayando de esta forma la importancia del mismo. Las alas, la rigidez geométrica del pavimento y la artificiosa solución dada a la capa del arcángel, abierta como si estuviera agitada por el viento, contribuyen a formar una composición muy simétrica y geometrizada, y como tal artificiosa, artificiosidad a la que contribuyen poderosamente los plegados acartonados de inspiración flamenca. Estos convencionalismos geometrizados dan al conjunto un carácter de abstracción icónica de inspiración similar a las representaciones bizantinas, en lo que a búsqueda y apoyo en la irrealidad tienen para aumentar y conseguir una apariencia extrarreal, lo cual incuestionablemente está conseguido mediante soluciones formales diferentes a los de esta concepción estilística.

lunes, 23 de abril de 2012

La reina Isabel II niña, abrazando una paloma (José de Madrazo)

José de Madrazo pintaba en junio de 1831 un primer retrato de la infanta María Isabel Luisa, futura reina Isabel II, a los ocho meses de edad, que únicamente se conoce por la litografía de Juan Antonio López estampada en el Real Establecimiento Litográfico de Madrid dirigido por el propio Madrazo.


Años más tarde, tras la muerte del rey Fernando VII, volvió a retratarla al menos en dos ocasiones. La versión más conocida es la que la reina está representada de medio cuerpo con apenas tres años y la tierna inocencia propia de su edad. Tiene prendida una graciosa peineta en el moño y abraza una paloma blanca como su vestido, mientras que el fondo obedece a las convenciones del retrato de Corte: una mesa con la corona y el cetro, símbolos de majestad, una columna y celaje. La pintura fue litografiada por Juan Antonio López con la composición invertida para hacer pareja con el retrato de la reina gobernadora pintado por Federico de Madrazo y litografiado por Cayetano Palmoroli.

sábado, 21 de abril de 2012

Venus y Adonis (Francisco de Goya)


Goya pinta este cuadro durante su estancia en Italia como parte de un conjunto de obras destinadas a su venta rápida, ya que servían para su manutención en aquellas tierras.
Representa un pasaje de la mitología clásica, tomado de un relato de la Metamorfosis de Ovidio, en el que se narra los amores de la Diosa Venus con el bello Adonis. En concreto, Goya presenta el momento en el que Venus encuentra el cuerpo de Adonis muerto por el ataque de un jabalí durante una cacería. En su composición y factura sigue los modelos clásicos de acuerdo con el clasicismo romano, haciendo uso todavía de soluciones barrocas.

jueves, 19 de abril de 2012

Frontal de los Arcángeles


El conocido como Frontal del Altar de los Arcángeles es obra románica realizada entre 1220 y 1250. Procedente de la colección Plandiura, en el Museo de Arte de Cataluña se cataloga erróneamente como otra relacionada con el conjunto mural de Sant Pau de Casserres y, en parte, con el altar de Lluçà, y proveniente de una iglesia de Cataluña, cuando en realidad su ubicación original era la iglesia de San Miguel de la localidad navarra de Eguillor, en el valle de Olla.
Tanto su composición como la iconografía que aparece en el mismo son bastante inusuales en este tipo de obras. Representa en cuatro viñetas rectangulares, a manera de un cómic, escenas relacionadas con la historia de los arcángeles Miguel y Rafael. Los ángeles ocupan un lugar importante en la iconografía del románico como intermediarios entre Dios y el hombre, y como agentes y ejecutores de la voluntad divina. Los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, que aparecen en esta tabla de altar, se sitúan el lugar más alto en la jerarquía angélica. San Miguel es el jefe del ejército celestial, San Gabriel el mensajero de Dios y San Rafael el protector de los viajeros y el sanador enviado por Dios para curar las enfermedades. Es habitual el protagonismo del primero, o en lucha con el diablo, simbolizado por el dragón, o en la escena del pesaje del alma (Psicostasis) con el gesto tramposo del demonio que intenta desequilibrar la balanza.


Comenzando por la parte superior izquierda, en la primera escena aparecen San Miguel y San Gabriel, convenientemente identificados por inscripciones, llevando el alma de un difunto hacia el cielo.


A la derecha de la anterior se muestra a San Miguel derrotando a un dragón, que en los bestiarios medievales era identificado como símbolo del mal.


La escena inferior izquierda es la conocida como psicostasis, y representa a San Miguel en el acto de pesar el alma de un difunto el día del juicio final con el fin de valorar sus buenas o malas acciones; le acompaña la figura de un demonio negro tratando de descompensar la balanza, con la intención de condenar al difunto por sus malas acciones.


Por último, abajo a la derecha, se representa al milagro del Monte Gargano: un rico campesino había perdido una res muy valiosa y salió al monte a buscarla acompañado de varios ayudantes y del obispo de Siponto; cuando la encontraron, dentro de una caverna, uno de los ayudantes lanzó una flecha para despertar a la res, pero sorprendentemente la flecha se volvió en su contra e hirió al arquero; entonces San Miguel se apareció al obispo y le indicó que estaba protegiendo ese lugar donde debía de construirse una iglesia dedicada a todos los ángeles, iglesia que a partir de entonces se convirtió en centro de peregrinación durante toda la Edad Media.

lunes, 16 de abril de 2012

Ángel custodio de Zaragoza (Pere Johan)

Escultura atribuida a Pere Johan durante su etapa de residencia en Zaragoza (1431-1456) cuando realizaba el retablo mayor de la Seo por encargo del arzobispo Dalmau de Mur. Los últimos estudios apuntan a que su primitiva ubicación pudo ser el interior de alguno de los edificios civiles góticos del siglo XV (Casa Municipal, Diputación del Reino) donde recibiría culto de los mercaderes zaragozanos. Esta ubicación fue provisional hasta la construcción de La Lonja, a mediados del siglo XVI, en que sería trasladada al nuevo edificio como imagen del patrono de la ciudad.


La imagen de medio cuerpo del ángel, revestida con armadura y manto, según la moda de los guerreros cuatrocentistas, emerge de un promontorio de nubes rizadas. Ha perdido la mano derecha, y en la izquierda sostiene una filacteria que estuvo escrita. Destaca su rostro ejecutado con gran habilidad acorde con la corriente estilística del Gótico internacional en la Corona de Aragón en el segundo cuarto del siglo XV.

viernes, 13 de abril de 2012

Don Rodrigo en la batalla de Guadalete (Marcelino de Unceta)

Unceta presenta en esta obra a Don Rodrigo cruzando el campo de batalla a lomos de un caballo blanco. El protagonista, de perfil con su montura de piel y la rienda rota, viste cota de malla sobre túnica verde oliva con orla dorada y roja y capa azul turquesa. En el tercio central del cuadro una franja de combatientes dispersos y derrotados siembran el caos.


En la pintura predominan los tonos pardos del segundo planto, rotos por el blanco de la piel del caballo y los azules del cielo de fondo. Unceta intenta crear movimiento mediante diferentes efectos, como las crines del caballo del primer plano, pero la figura de Don Rodrigo, más rígida, parece haber sido tomada de un modelo en reposo.


El cuadro pertenece al conjunto de obras de gran formato realizadas antes de su traslado a Madrid. Con ésta obtuvo una mención honorífica en la Nacional de Bellas Artes y fue adquirida por el Gobierno de su Majestad. Actualmente forma parte de la colección permanente del Museo de Zaragoza.

martes, 10 de abril de 2012

La pecera (Juan José Gárate)


Hacia 1918, Gárate pinta esta escena de interior en la que muestra a cinco niños en torno a una mesa observando una pecera de cristal. Todos miran detenidamente el interior, excepto una niña que parece perder su mirada y se dirige hacia el espectador. Los suaves y delicados rasgos de los niños son de gran dulzura, y sus vestidos denotan que pertenecen a una elevada clase social. Se trata de una escena de género entendida como una temática que describe cualquier episodio de la vida diaria, por sencillo que pueda parecer.
El dibujo, con gamas cromáticas suaves, está ejecutado con sencillez de líneas pero con una precisa definición. La luz es la protagonista de la escena, pues enfatiza los sentimientos y expresiones de los pequeños.

domingo, 8 de abril de 2012

Plaza de la Retama (Mariano Barbasán)

En 1887 Barbasán pinta esta sencilla escena costumbrista que firma, fecha y dedica a Unceta: “A D. MARCELINO DE UNCETA DEDICA ESTE BUEÑUELO SU AFº MARIANO BARBASÁN / PLAZA DE LA RETAMA TOLEDO SET. 87”.


La composición consta de un escenario basado en un viejo portalón que pertenece a un edificio de paredes encaladas y maltrechas, como queriendo escapar de la escena. A mano izquierda, una pareja de mujeres con un niño en brazos. Grandes manchas de color definen a los personajes, imprimiendo movimiento en la escena que queda resaltado por la gran intensidad lumínica.

martes, 3 de abril de 2012

Retablo de Santo Domingo de Guzmán (Tamarite de Litera)

En la actual exposición permanente del Museo de Arte de Cataluña podemos ver este retablo de Santo Domingo de Guzmán donde se representan diversas escenas de la vida del dominico. Su primer origen conocido es la sacristía de la ermita de San Miguel de Tamarite de Litera.
Sobre un soporte rectangular de madera de pino, el maestro pintó las historias del Santo en el primer cuarto del siglo XIV. En la tabla central aparece Santo Domingo de pie, portando un libro y un cetro rematado en flor de lis blanca, tonsurado y barbado, de tamaño mucho mayor al de las restantes figuraciones y bajo un arco polilobulado que apoya sobre columnillas sogueadas.


En cada uno de los lados hay dos calles de tres pisos que relatan una historia compleja en doce escenas insertadas en marcos mixtilíneos de trenzado continuo delimitados con un trazo naranja. A pesar de su número faltan momentos importantes en la vida del Santo, como su nacimiento o defunción
Comenzando por el registro superior izquierdo de la calle de este lado, se representan: en primer lugar, la ordalía del fuego en que el dominico asiste a la destrucción de los manuscritos heréticos, los textos verdaderos no se queman y vuelan sobre las llamas. A la derecha, San Pablo y San Pedro entregan al titular, en San Pedro de Roma, un libro y un bastón en tau, insignias de su destino como fundador y predicador. Siguiendo en la misma línea superior, en la calle derecha está la aparición de la Virgen y dos santas doncellas al moribundo maestro Reginaldo. A su derecha, el papa Inocencio III sueña como Santo Domingo impide la caída de San Juan de Letrán.


En la fila central, y comenzando por la izquierda se pueden ver las cuatro escenas siguientes: El prodigio que preservó de la lluvia torrencial al Santo y a uno de sus compañeros; dos ángeles con cestas de pan proveen de alimento uno de los conventos fundados por el dominico; caída de las artes con la escena de la caída de un arquitecto encargado de realizar reparaciones en la cripta de la iglesia romana de San Sixto, y finalmente, su resurrección por el Santo una vez recuperado su cadáver de los escombros.


Los cuatro registros de la fila inferior recogen los siguientes episodios: la milagrosa aparición de una moneda que el fundador señala para contentar a un barquero usureo que le reclama el pago de un denario; dos mujeres heréticas asisten a la aparición y huida de un gato gigante, monstruoso y mal oliente, que se sube a un campanario y que se identifica con el demonio al que las mujeres habían servido, asombradas por el espectáculo se convierten; milagro eucarístico del asno postrado ante la Sagrada Forma, y por último, acogida de viajeros, pobres o peregrinos.

domingo, 1 de abril de 2012

La beata princesa Pignatelli (José de Madrazo)

Tradicionalmente, se ha venido identificando este retrato de señora con el de la beata princesa Pignatelli, perteneciente a una familia oriunda de Palermo.
De riguroso luto, con cofia también negra, viste traje de talle alto y mangas anchas en los hombros que se estrechan en los brazos. Está sentada en un sillón estilo imperio de perfiles rectilíneos, salvo el remate curvo del respaldo, con los brazos afianzados por unas aves de metal dorado, tal vez unas poco logradas águilas.


De rostro beatífico, casi ingenuo, con la cabeza ligeramente inclinada y graciosos tirabuzones en la frente, muy de moda en 1825, año en que Madrazo hace el retrato. Sostiene en la mano izquierda un libro de rezos con cierres metálicos apoyado en el regazo del vestido. A su lado, sobre una especie de cómoda, se distinguen un crucifijo, un rosario y la imagen de un santo enmarcada, todo ello completando el ambiente de fervor religioso que respira el cuadro.