viernes, 17 de marzo de 2017

Cristo Yacente (Gregorio Fernández)


Gregorio Fernández realiza esta talla de Cristo Yacente entre 1631 y 1636 para la Catedral de Segovia, por encargo del obispo Melchor Moscoso de Saldoval. Dentro de la obra de este escultor, los Cristos Yacentes son su trabajo más recurrente y destacado. Este de Segovia está colocado dentro de una urna dorada, en la parte baja del retablo que Juan de Lobera realiza en ese mismo siglo XVII. Su tardía ejecución hace que, aun siguiendo el modelo de los Yacentes de Fernández, esté más perfeccionada, lo que se traduce en una imagen espléndida.

El Cristo está colocado sobre un sudario con abundantes pliegues, apoyando su cabeza sobre una almohada blanca adornada con motivos dorados. Destaca la profunda expresión de muerte que tiene en el rostro, con los ojos y la boca entreabiertos. Por la frente se desliza la sangre de las heridas producidas por la corona de espinas. La barba bipartita y el cabello de mechones rizados se extienden sobre la almohada, donde el pintor ha añadido otros mechones más finos.

En el cuerpo destaca una profunda llaga, producida por la lanzada, de la que brotan sangre y agua. El paño de pureza está abierto, dejando ver en su totalidad la pierna izquierda. La tensión en que parecen estar los músculos, junto a la profunda expresividad del rostro, hacen que parezca que Cristo todavía vive. Los brazos están extendidos sobre el sudario y en las manos y pies salen regueros de sangre producto de las heridas de los clavos. La pierna derecha está recta, y la izquierda flexionada ligeramente para mostrar las heridas sangrantes de las rodillas, producidas seguramente por las caídas en su camino hacia el Calvario.


La policromía está hecha con una encarnación mate muy fina, salvo los dedos de manos y pies que se presentan amoratados. Existe una cierta recreación en la sangre, con tonalidades claras y oscuras, como representando las zonas en las que aún está caliente y otras en las que ha coagulado. Todo ello, talla y pintado, dotan a la figura de un gran realismo.

domingo, 5 de marzo de 2017

Baldaquino de Tavèrnoles (anónimo)


En el Museo de Arte de Cataluña se expone este espléndido techo de baldaquino de mediados del siglo XIII, procedente del monasterio benedictino de San Saturnino de la localidad de Tavérnoles. Su conservación casi completa permite comprobar cómo era la estructura original de un baldaquino tipo plafón. La tabla pintada está decorada con una imagen de Cristo en Majestad, dentro de una mandorla sostenida por cuatro figuras angélicas que evocan el tema de la Ascensión. El baldaquino fue encontrado en Tavèrnoles a principios del siglo XX, medio escondido por un retablo gótico. A pesar de haberse hallado en posición inclinada, parece que en origen los baldaquinos-plafón se disponían horizontalmente, a modo de techo para el altar. (texto extraído de la cartela informativa que hay junto a la obra).