lunes, 30 de octubre de 2017

Frontal de San Hilario de Buira (Bonansa -Huesca-)


Frontal de altar procedente de la ermita de la Virgen de la Mola, trasladado más tarde a la parroquial de la localidad oscense de Buira adscrita al municipio de Bonansa en Huesca, y actualmente en la exposición permanente del Museo Episcopal y Comarcal de Lérida a la espera de su vuelta a Aragón en cumplimiento de las sentencias dictadas al efecto por tribunales eclesiásticos y civiles.


Es obra datada hacia finales del siglo XII en madera tallada y policromada. Ocupa el registro central la figura aureolada de San Hilario entronizado dentro de una mandorla, a semejanza de la Maiestas Domini. Porta los atributos de obispo, la mitra y el báculo que sujeta con la mano izquierda, y viste las ropas propias de su estamento: alba, dalmática y casulla. En las esquinas se representan las figuras apostólicas del Tetramorfos, de las que únicamente se conservan las de la parte superior, el hombre alado de San Mateo y el águila de San Juan, que además se identifican con sendas inscripciones.


Los dos registros laterales que flanquean la figura de San Hilario se dividen a su vez en otros dos superpuestos. En cada uno de ellos aparecen las figuras talladas de obispos en grupos de tres enmarcados por una arquería peraltada sobre columnillas helicoidales. De las doce figuras sólo se conservan completas cuatro en la parte superior, dos en cada lado, y parte de otras dos en el registro inferior izquierdo. Se representan en posición frontal, de pie, con el báculo en la mano derecha y un libro en la izquierda. La gama cromática es reducida, limitándose a los colores verde, rojo y azul, que alternan en dalmáticas, casullas y libros. Esta misma gama de colores se utiliza en la figura central del Santo titular del frontal, así como en la decoración que orla los registros.


miércoles, 25 de octubre de 2017

San Vicente Ferrer (Francisco de Goya)


Este óleo formaba parte del ciclo decorativo del oratorio del palacio de los condes de Sobradiel de Zaragoza, considerado como uno de los primeros trabajos realizados por Goya tras su vuelta de Italia.
La elección de San Vicente Ferrer estuvo motivada por el origen valenciano de la condesa, María Josefa Marín de Resendi. Goya se inspiró para su realización en la figura de San Hilario de Correggio, que decora las pechinas de la catedral de Parma, y que pudo conocer durante su estancia italiana.
La pintura llama la atención por los trazos abocetados, sumamente enérgicos y de una gran expresividad, que anuncian la pincelada posterior de Goya, así como por el uso efectista de la luz. (texto extraído de la cartela que figura junto al cuadro en el Museo de Zaragoza)

domingo, 22 de octubre de 2017

Frontal de altar de San Vicente de Tresserra (Huesca)


Frontal de altar de la parroquial del despoblado de Tresserra en el municipio ribagorzano de Arén. Realizado en madera tallada y decorado en estuco barnizado y policromía al temple, se data en la segunda mitad del siglo XIII como obra de un taller ribagorzano.
Consta de tres registros verticales, con la figura de San Vicente, el santo titular, en el central, representado entronizado y bendiciendo con la diestra mientras sostiene un libro en la mano izquierda. Enmarcado por un arco trilobulado sobre unas columnillas con capitel tallado y animales en sendos medallones en las enjutas, viste túnica, sobretúnica y manto, en vez de dalmática. La tonsura y la inscripción con su nombre “SCS VINCI” no deja dudas sobre de quien se trata, ya que bien podría confundirse con una representación de Cristo en Majestad, Maiestas Domini, tan frecuente en el arte románico.
Flanquean a San Vicente cuatro registros, dos a cada lado, que representan de derecha a izquierda, y de arriba abajo, las siguientes escenas de su vida, identificadas por sus correspondientes inscripciones: Predicación al pueblo, San Vicente es conducido a presencia de Daciano, martirio del Santo sobre una parrilla y su muerte en un lecho rodeado de sus discípulos que van a darle sepultura.
El fondo de la tabla se decora con una retícula de rombos en relieve y las separaciones entre escenas con una cenefa vegetal muy abultada y cargada. En cuanto a los colores, se reducen a unos pocos tonos, sobre todo rojo y verde que destacan sobre el fondo de estuco en relieve, cubierto en origen por una capa de estaño y un barniz a modo de corladura, imitando obras de orfebrería de la época.