El 18 de febrero de 1445 los vecinos de la Puebla de Albortón contratan con Blasco de Grañén un retablo dedicado a San Martín de Tours para la iglesia parroquial de la localidad, que sería pagado, en parte, con un legado testamentario de Vicente del Castillo.
No se trataba del retablo mayor, puesto que la parroquial está bajo la advocación de Santa María de la Asunción. Según consta en el contrato, tenía diez palmos de ancho y trece de alto y debía de ser de buena fusta de pino. La figura principal debía de ser la de San Martín a caballo partiendo el manto, y a los lados San Fabián y San Sebastián, con el clásico Calvario, sobre la figura principal, en el ático. Sobre las imágenes laterales de San Fabián y San Sebastián debía de haber dos escenas de la vida de San Martín, y en el banco cinco historias de la misma, basadas, es de suponer, en la Leyenda Dorada.
De estos datos del contrato se desprende que era un retablo de tamaño mediano, compuesto por un banco de cinco casas y un cuerpo de tres calles, de dos pisos las laterales y una mayor, la central, coronada por el ático. Según figura en el citado contrato, el retablo debía de ser entregado el 18 de junio del mismo año, y los pagos de la primera y segunda tanda los realizaría Domingo Castillo, vecino y jurado de la localidad y posible hijo del benefactor.
El retablo se creía desaparecido por completo hasta que en 2006 se localizó en la casa parroquial de la Puebla de Albortón la que parece ser la tabla central en la que se representa a San Martín partiendo su capa con un pobre. Trasladada al Palacio Arzobispal, actualmente forma parte de la exposición permanente del Museo Diocesano de Zaragoza.