domingo, 11 de enero de 2015

Retablo del Convento de las Agustinas de Santa Mónica de Zaragoza



En el Museo Arqueológico Nacional de Madrid se expone una serie de seis imágenes de alabastro procedentes de un retablo del Convento de las RR.MM. Agustinas de Santa Mónica de Zaragoza. Obra del segundo cuarto del siglo XVI, posiblemente del taller de Damián Forment. Se representa a la Virgen con el Niño, entre las escenas del Nacimiento de la Virgen y la Adoración de los Pastores. En la parte inferior, el Nacimiento de San Juan entre las figuras de San Jerónimo y San Braulio.


En la primera, la Virgen se representa sedente como trono del Hijo de Dios, en contraposto y sosteniendo en la mano derecha un libro con rica encuadernación. Con el brazo izquierdo rodea al Niño desnudo, que está de pie sobre un cojín con borlones. María se viste con manto sobre una túnica, ambos decorados con motivos vegetales.


En la escena del Nacimiento de la Virgen, Santa Ana, vestida con camisa, se incorpora de un lecho con dosel para contemplar a su hija recién nacida, que es acogida en el regazo de una de las mujeres que han asistido en el parto; a su lado hay un fuego. En el lado izquierdo, una mujer, a la que le falta la cabeza, se acerca para ofrecer alimento a la madre.



En un pesebre sugerido por el entramado de cañas sostenido por maderos que sirve de fondo a la escena, se disponen dos grupos que se elevan a derecha e izquierda del protagonista del grupo, el Niño Jesús desnudo recostado sobre un cestillo. A ambos lados del Niño, sus padres genuflexos, María cruzando los brazos sobre el pecho y José apoyado en un bastón o cayado. Tras ellos, el buey y la mula, y en un plano posterior, de pie, tres pastores contemplan al Niño, uno de ellos portando sobre los hombros un carnero.


El Nacimiento de San Juan se representa en el interior de una alcoba con lecho provisto de cielo y cortinales, en el que está Santa Isabel, vestida con camisa y recostada en un cojín con borlones, incorporándose para contemplar a su hijo recién nacido, aún desnudo, que sostiene en sus brazos una de las mujeres que asistieron en el parto. En segundo plano otra mujer se dirige hacia la madre, posiblemente para ofrecerle alimento. En el fondo, a la derecha, Zacarías contempla la escena.


San Jerónimo se representa sedente, con capelo cardenalicio y manto ornado con roleos vegetales y una esclavina encima. Sostiene en sus manos un libro abierto.


Sedente también está San Braulio, obispo de Zaragoza, en contraposto y revestido de su dignidad eclesiástica, con alba sobre la que se dispone una capa pluvial; toca su cabeza con mitra prolongada en ínfulas en su parte posterior. Al igual que San Jerónimo, sostiene entre sus manos un libro abierto.