En este cuadro que Sorolla pinta
en 1915 representa a un grupo de pescadoras en las playas de Valencia. Fuertemente
ancladas a la arena, resistiendo el viento que azota sus ropas, tres mujeres
esperan en la orilla la llegada de las barcas cargadas con el pescado del día,
con el que llenarán sus cestas para vender luego al por menor en los puestos
del mercado. La monumentalidad de sus figuras parece inspirada por los grandes
formatos en que está trabajando para el encargo americano de la Hispanic
Society en que está inmerso en esos años (1912-1919, pero también por un deseo
de darles dignidad, como homenaje y testimonio de su admiración por estas
mujeres, duras trabajadoras que acuden a su cita con el pescado cargando con
sus hijos y en impecables vestidos blancos. (texto extraído del catálogo en línea del Museo Sorolla de Madrid)
miércoles, 30 de mayo de 2018
viernes, 25 de mayo de 2018
Tres cabezas de cordero (Pablo Ruiz Picasso)
Los tiempos de guerra aportan a
la obra de Picasso los temores que ésta le provoca. En “Tres cabezas de cordero”,
pintada en 1938, con posterioridad al Guernica, no refleja tan directamente el
tema de la muerte, pero sí su esencia. Combina a partes iguales la figuración y
la disociación, ya que está presente la perspectiva y la representación
natural, pero combinadas la vista frontal y la posterior. De esta manera se
observa sin dificultad como en el cráneo superior no cuadra la línea de los
ojos con la de las mandíbulas, pero en el conjunto de la composición, Picasso
sigue respetando la perspectiva, ya que está bien definida una línea horizontal
con la que distingue, además de con el colorido diferente, la mesa de la pared.
Son formas naturales con unos toques de cubismo que el pintor todavía tenía
impregnadas en su esencia
“Tres cabezas de cordero”
representa una escena en la que Picasso trata de expresar el dolor y la
frustración que siente por el avance de los fascismos en el mundo. Muestra a
través de unos frívolos y sangrientos cráneos la preocupación hacia la
creciente violencia. Ha pintado la muerte sobre una mesa cubista, pero aparece
maquillada tras unos colores cálidos, aunque demasiado rojizos para llenar la
composición de esa sensación agria que la inestabilidad política le estaba
produciendo. Con este cuadro continúa con su producción de obras de su etapa
expresionista, con la que se abre ante el mundo para expresar lo que la guerra
le estaba causando internamente.
martes, 15 de mayo de 2018
San Francisco de Asís (El Greco)
El Greco representa en este cuadro a San Francisco de Asís en figura de medio cuerpo con las manos cruzadas sobre el pecho y los ojos alzados hacia un resplandor en la parte superior izquierda del lienzo; en la parte inferior, en primer término, la calavera sobre una especie de antepecho rocoso. Por la técnica empleada se sitúa en los inicios de su estancia en España, concretamente entre 1577 y 1580, y entre los críticos se considera una obra de calidad muy significativa. Se subraya, sobre todo, la belleza de las manos, sensibles y expresivas, y la mirada alzada, de noble belleza varonil, en apasionado gesto de amor y arrobo (texto extraído del catálogo en línea del Museo Lázaro Galdiano, donde se expone esta obra)
viernes, 11 de mayo de 2018
Nuestra Señora de Acumuer
Esta talla de la Virgen con el
Niño procede de la ermita del Pueyo de la localidad oscense de Acumuer. En
madera policromada, se data en la primera mitad del siglo XIII. Como es normal
en la tradición iconográfica romáica, se representa a la Virgen en majestad
como trono del Niño. Sin embargo, su tardía cronología se manifiesta en la
colocación de Jesús sobre la rodilla izquierda de María y ligeramente ladeado,
rompiendo con ello la simetría y frontalidad anteriores. La Virgen cubre la
cabeza con velo y viste túnica roja y manto azul estrellado que se recoge en el
regazo. Porta en la mano derecha una granada, atributo poco frecuente, como
símbolo de fertilidad, mientras que, con la izquierda sujeta al Niño,
observándose en las manos una gran desproporción. Otro aspecto poco habitual es
la colocación de Jesús, que apoya sus pies descalzos sobre la rodilla de la
Virgen, aparentando tener un asiento propio. El Niño viste de modo similar a su
Madre, con túnica talar y manto dispuesto a la manera de la toga romana. Sujeta
con su mano izquierda un objeto que representa el Libro Sagrado a modo de
rollo, mientras que la mano derecha, hoy perdida, estaría presumiblemente en
actitud de bendecir. Los rostros de ambos esbozan una ligera sonrisa. (texto extraído de la cartela que figura
junto a la talla en el Museo Diocesano de Jaca)