Al subir al trono Carlos IV y María Luisa de Parma por fallecimiento de Carlos III, en las fechas previas a su proclamación en el mes de enero de 1789 se le encarga a Goya la ejecución de sus retratos oficiales. Parece ser que esta es la primera vez que el pintor retrata a los reyes, pues no hay constancia de que lo hubiese hecho siendo príncipes. Poco después, el 25 de abril del mismo año recibe el nombramiento como Pintor de Cámara. De los retratos de medio cuerpo que pinta en esta etapa, se conservan varios, con escasa variantes entre ellos, la mayoría réplicas de su mano o copias de taller de un primer original perdido. Se mantienen en la línea de los retratos oficiales, influidos por el arte de Velázquez y por el entonces afamado Mengs en cuanto a colorido, factura y composición.
El rey en este retrato está representado a la edad de cuarenta años, en sus primeros momentos de reinado. Se sitúa en el centro del cuadro, mirando al espectador y arrimado a una mesa en la que destacan los símbolos tradicionales de la realeza. Viste casaca forrada de raso blanco con chaleco, pantalón azul, todo ello de terciopelo, y gorguera blanca, siguiendo la moda netamente francesa del momento. Destacan los ricos bordados en plata y los puños de encaje. Luce sobre el pecho la insignia del Toisón de Oro y la banda roja de esta orden; en la solapa la de la orden de la Inmaculada de Carlos III y su correspondiente banda azul y blanca, y asomando por debajo, la azul de Saint-Esprit de Francia. Bajo la casaca sobresale la empuñadura del espadín.
La cabeza, con peluca empolvada, resalta sobre fondo oscuro. El rostro refleja un aire ausente y bonachón, carente de fuerza y expresividad, que responde al carácter débil y melancólico del monarca. Sigue estando presente la indudable capacidad de Goya para captar la psicología del retratado, a pesar de ser éste un retrato oficial con todos los condicionantes impuestos que ello supone y que restringen considerablemente la libertad del artista.
La composición se resuelve de forma convencional utilizando de fondo el gran cortinaje verde que se abre diagonalmente, la mesa prácticamente oculta bajo el manto de armiño y paño rojo bordado en oro con castillos y leones, y la corona real, los símbolos de su jerarquía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario