Este retrato de una dama
desconocida es una de las últimas obras de Goya en las que con más intensidad
profundiza en los aspectos psicológicos del personaje que retrata. La mirada
directa de sus profundos ojos sugiere a una mujer de fuerte carácter y aire
majestuoso, y se convierte en el centro de atención del cuadro. Algunos autores
quieren ver en ella a Leocadia Zorrilla Weis, ama de llaves y compañera del
pintor desde 1814, algo poco probable, ya que cuando falleció Goya tendría unos
39 años, y la imagen de este cuadro representa a una mujer de más edad. Su
porte altivo queda perfectamente recogido en sus negros ojos, que miran directa
y frontalmente al espectador con gesto cargado de fuerza y expresividad. El
fondo oscuro y el vestido negro concentran aún más la atención en el rostro,
destacando la pincelada rápida y empastada empleada por el pintor, tal y como
se observa en las joyas y en las transparencias de la mantilla.
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