Goya visitó Zaragoza en octubre
de 1790 durante veintitrés días con ocasión de las fiestas del Pilar. Parece
ser que fue durante esta estancia cuando tomó apuntes del natural para realizar
este retrato de su amigo Juan Martín, que terminó en diciembre del mismo año en
su residencia de Madrid.
Sobro un fondo neutro,
intensamente oscuro, nos presenta a Martín de Goicoechea vistiendo la casaca
marrón propia de su condición de comerciante. Destacan en el cuadro las pálidas
carnaciones del rostro y mano del retratado, así como las calidades de las
telas de ejecución brillante, tanto las aterciopeladas de la casaca, como las
puntillas de la camisa que se adivina bajo ella.
Goya lo representa como un amigo
al que quiere complacer, pero también a la que se le reconoce una cierta
vanidad, de ahí que le cruce el pecho la cruz pequeña de la Real Orden de
Carlos III, concedida solo un año antes, en 1789. La pose y la mirada hacia el
espectador, también hablan de este rasgo psicológico.
Juan Martín de Goicoechea y
Galarza Ziordia (1732-1806) fue el hombre de negocios más importante de
Zaragoza de la época. Estudio comercio y sedería en Lyon, y a su regreso a la
ciudad fundó una fábrica de hilados en 1772. Ilustrado y liberal, mantuvo una
activa implicación en los asuntos ciudadanos, siendo uno de los fundadores de
la Real Sociedad Económica de Amigos del País, manteniendo a sus expensas la
Academia de Dibujo que estuvo activa entre 1784 y 1792, fecha en que se creó la
Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis.
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