El centro del tríptico lo ocupa la representación del entierro de Cristo. La Virgen, San Juan, María Magdalena y las dos Marías rodean el cadáver antes de darle sepultura; las lágrimas caen por sus rostros como perlas traslúcidas y las sombras de color marrón subrayan el dolor de sus expresiones. Al fondo aparecen José de Arimatea y Nicodemo acompañados de la corona de espinas que viene a recordarnos que fueron ellos los que bajaron a Cristo de la cruz.
Van Orley ha sacado la escena de
su contexto histórico, eliminando cualquier elemento narrativo, excepto una
esquina de la timba de piedra visible en la parte inferior derecha, para
centrar la atención en las personas, muy juntas una contra otra sobre un fondo
dorado. De esta manera, el entierro se convierte en un acto de devoción, al
modo de la tradición de la pintura flamenca primitiva.
Por otra parte, las formas
fluidas, la naturaleza monumental de las figuras y ciertas actitudes señalan la
influencia de Durero y de la escuela italiana. Esta misma composición, con la
adición de un fondo de paisaje y de la tumba, la repite Van Orley, que también
era un conocido decorador y diseñador de tapices y vidrieras, en un tapiz
conservado en la National Gallery of Art de Washington.
El tríptico fue encargado
alrededor de 1520 por Felipe Haneton para colocarlo encima de la sepultura
familiar en la iglesia de Santa Gúdula de Bruselas. El donante ocupaba un cargo político de alto
rango, después de haber sido nombrado primer secretario del Gran Consejo por
Carlos V en 1518 y encargado de juzgar las peticiones de audiencias con el
emperador; también fue tesorero de la Orden del Toisón de oro.
En la tabla izquierda del
tríptico aparece Haneton junto con sus siete hijos, acompañados de San Felipe.
En la tabla derecha se representa
a Margarita Numan, esposa del donante, junto a sus cinco hijas y Santa
Margarita de Antioquía.
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