Pintor historicista, Merson se
inspira repetidamente en relatos profanos y religiosos de la Edad Media. En
este cuadro, pintado en 1877, representa un episodio relacionado con los
milagros de San Francisco de Asís: durante su estancia en el lugar de Gubbio
apareció en la comarca un gran lobo que atemorizada a la población, hasta el
punto de que nadie se atrevía a salir de la ciudad. San Francisco fue al
encuentro del lobo y haciendo la señal
de la cruz cuando estaba ante él, se amansó y se acercó dócilmente al Santo.
Remarcada por sus juegos de colores y sus detalles de la vida cotidiana, la
obra mezcla poesía, leyenda y realismo como solo Merson sabe hacerlo.
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