Datado en el último cuarto del siglo XI y considerada una de las obras maestras del románico leonés, se le conoce como Cristo de Carrizo por proceder del antiguo Monasterio de monjas cistercienses de Santa María de Carrizo de la Ribera. Se trata de una talla pequeña (33 cm.) en marfil con incrustaciones de azabache y oro. Como corresponde a la época románica en que se realiza es un Cristo de cuatro clavos con grandes ojos almendrados en azabache y rostro que no denota sufrimiento. Destaca la cuidada elaboración del paño de pureza que cae hasta las rodillas.
En origen el Cristo apoyaba en
una cruz que se perdió, siendo sustituida por otra moderna, razón por la que el
dorso, al no estar a la vista, se dejó sin tallar. En la espalda y rodillas hay
unas pequeñas cavidades para guardar reliquias. La talla original se expone
actualmente en el Museo de León, mientras que en la localidad de Carrizo hay
una copia en madera de abedul policromada a escala 1:5, obra del escultor José
Lonjos, que sale en procesión para Semana Santa.
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