Miguel Jiménez plasma en este cuadro el pasaje del Evangelio de San Juan (8,1-11) en el momento en que escribas y fariseos presentan ante Jesús a una mujer cogida en adulterio. A la izquierda aparece el grupo formado por la mujer y sus acusadores. Ésta mira a Jesús con las manos cruzadas sobre su pecho, mientras la sujetan de los brazos dos miembros del grupo. Tras ellos asoman otras cuatro figuras masculinas. Frente a ellos, y en la misma línea de la mujer, se representa a Jesús, descalzo, con barba y cabellos largos, luciendo una doble aureola dorada. Todas las figuras están de pie, dispuestas de perfil, de frente o en tres cuartos, atendiendo a las palabras de Jesús. En su vestimenta muestran la variedad y riqueza de los trajes y tocados de la época, no solo en las telas sino también en los adornos con oro y perlas. El colorido es rico en tonos fuertes de rojos, verdes, marrones, grises y blancos, que contrastan y resaltan con los oros en brocados, ribeteados de los trajes y aureolas. La escena se desarrolla en el interior de un templo, donde llama la atención la puerta del fondo y su vano dorados. La bóveda y el pavimento, con azulejos alternantes decorativos y de color, marcan la perspectiva.
miércoles, 28 de septiembre de 2016
La mujer adúltera (Miguel Ximénez)
Miguel Jiménez plasma en este cuadro el pasaje del Evangelio de San Juan (8,1-11) en el momento en que escribas y fariseos presentan ante Jesús a una mujer cogida en adulterio. A la izquierda aparece el grupo formado por la mujer y sus acusadores. Ésta mira a Jesús con las manos cruzadas sobre su pecho, mientras la sujetan de los brazos dos miembros del grupo. Tras ellos asoman otras cuatro figuras masculinas. Frente a ellos, y en la misma línea de la mujer, se representa a Jesús, descalzo, con barba y cabellos largos, luciendo una doble aureola dorada. Todas las figuras están de pie, dispuestas de perfil, de frente o en tres cuartos, atendiendo a las palabras de Jesús. En su vestimenta muestran la variedad y riqueza de los trajes y tocados de la época, no solo en las telas sino también en los adornos con oro y perlas. El colorido es rico en tonos fuertes de rojos, verdes, marrones, grises y blancos, que contrastan y resaltan con los oros en brocados, ribeteados de los trajes y aureolas. La escena se desarrolla en el interior de un templo, donde llama la atención la puerta del fondo y su vano dorados. La bóveda y el pavimento, con azulejos alternantes decorativos y de color, marcan la perspectiva.
viernes, 23 de septiembre de 2016
Jarrón con crisantemos (Pierre Auguste Renoir)
Renoir comentaba que “Pintar flores me relaja el cerebro. Espiritualmente no me esfuerzo en ellas como cuando estoy ante un modelo. Cuando pinto flores, pongo tonos, experimento valores audaces, sin preocuparme si estropeo un lienzo. Algo semejante no me atrevería a hacerlo con una figura, por miedo a dar al traste con todo. Y la experiencia que adquiero en estos intentos la aplico luego en mis cuadros". De lo que deducimos que para él las flores eran una temática secundaria, pero que le permitía experimentar, especialmente a la hora de aplicar colores de manera rápida y abocetada, sin apenas interesarse por la forma y el volumen. En este cuadro predominan las tonalidades anaranjadas en contraste con los blancos, lilas y verdes. El fondo está totalmente abocetado, lo que reduce el interés de la obra a las flores.
jueves, 15 de septiembre de 2016
miércoles, 7 de septiembre de 2016
Madame Aymon (Jean Auguste Dominique Ingres)
Ingres retrata en este cuadro a una de las damas de la corte imperial que Carolina Bonaparte, hermana de Napoleón, había establecido en Roma. El pintor llegó a Roma el mismo año en que pintó este retrato, también conocido como “la bella Zèlie”, con una beca para estudiar en la Escuela de Francia de la ciudad. Además de la beca, tuvo que conseguir encargos para mantenerse, ya que los primeros años estuvieron llenos de estrecheces económicas. Ingres encontró en los altos funcionarios y aristócratas de la pequeña corte una clientela temporal que le permitió subsistir con una cierta holgura.