Sorolla pinta este cuadro en
1892. Representa una figura femenina joven sentada en el suelo sobre una
superficie de mármol blanco, al igual que la pared. Está prácticamente de
perfil secándose las piernas con una tela, con el cabello recogido en un moño y
el rostro ensombrecido. En la zona inferior derecha hay un charco de agua
blanca. Probablemente sea el mejor desnudo académico del pintor. Junto a la
impecable corrección académica del dibujo, llama la atención el alarde técnico
con que matiza las distintas texturas y blancuras de la piel, el mármol y la
tela.
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