Sorolla pinta este cuadro en
1895. Es uno de los pocos ejemplos que se conservan en el Museo de su casa en
Madrid del realismo social que cultivó entre 1890 a 1899. Representa a cuatro
jóvenes prostitutas acompañadas de su “Celestina”, que duermen Enel interior de
un vagón de tercera clase. Uno de los mayores aciertos del cuadro es la
composición que avanza hacia afuera proyectándose mediante una fuga perspectiva
muy forzada, y que logra que, a pesar de que los personajes, casi todos
dormidos, ignoren al espectador, éste se sienta implicado por esa mera
atracción espacial que ejerce la composición.
El rostro de la celestina es exactamente el igual al de un picasso con la tercera tuerta. Me lo recordó al primer golpe de vista.
ResponderEliminarSaludos.