miércoles, 28 de marzo de 2018

Nuestra Señora del Rosario (Miguel Jiménez ó Ximénez)

Esta pintura, actualmente en el Museo de Huesca, forma parte de un conjunto de cinco tablas de un retablo procedente de la Iglesia de San Pablo de Zaragoza. Cuatro de ellas representan a santos entronizados (San Pedro mártir de Verona, San Bartolomé apóstol, San Esteban protomártir y Santo Domingo de Guzmán) y la quinta la imagen sedente de Nuestra Señora del Rosario ocupando el lugar central como posible titular del retablo. Las tablas de San Bartolomé, La Virgen y San Esteban llevan en la parte superior una franja con el mismo brocado de motivos florales y vegetales.
La Virgen se representa en primer plano, en posición sedente, en tres cuartos hacia su izquierda. Viste túnica granate con cuello y puños resaltados y manto azul con el reverso adamascado en verde y ribetes dorados en relieve. Luce una larga melena, rizada y suelta; sobre su cabeza porta una corona rodeada por una aureola, ambas de oro en relieve. Con sus manos sostiene al Niño que, de pie y desnudo, se mantiene en su regazo, sujetando en su mano izquierda un rosario; su cabeza está enmarcada también por un nimbo de oro. Madre e hijo están circundados por una guirnalda o rosario de forma ovalada, a modo de mandorla, cuyas cuentas son rosas blancas, separando cada decena por una rosa roja.
A los pies de la Virgen se observa el creciente lunar y tras ella, unos rayos de sol en un foco luminoso rojo y amarillo. Estos elementos aluden a la Inmaculada Concepción, basada en la descripción del Apocalipsis 12,1., además de las rosas y los lirios que adornan el pavimento.
En segundo término, sobre un fondo dorado, flanqueando a la Virgen y al Niño, un ángel a cada lado, de pie. Sujetan y extienden un dosel, y al desplegar sus coloreadas alas parecen cobijar y, al mismo tiempo resaltar al grupo de María y Jesús, en un espacio cuya referencia espacial física viene dada por las baldosas del pavimento dispuestas en fuga para proporcionar la profundidad. (texto extraído de la ficha del CERES)

lunes, 19 de marzo de 2018

Retrato de señora (Federico de Madrazo)

Federico de Madrazo pinta este retrato en 1863, como consta en la parte inferior derecha del mismo junto a su firma. Representa a una aristocrática dama de unos 35 años, de complexión gruesa, con el cabello rizado recogido que le cae por los hombros, adornado con una flor. De rostro serio y mirada directa y altiva, viste un lujoso traje de generoso escote, en el que luce una gargantilla de perlas y brillantes. (texto extraído del catálogo en línea del Museo Lázaro Galdiano)

miércoles, 14 de marzo de 2018

Adoración de los Reyes (El Greco)


Este óleo sobre tabla es una obra muy juvenil del artista, realizada sin duda en Venecia y en fecha no lejana a la del políptico de Módena. En su composición son evidentes los recuerdos de Tiziano en los jinetes de la parte izquierda, como de Tintoretto en el movimiento de la composición y en ciertas audacias de color. Se data entre 1568 y1569, cuando El Greco lleva ya algún tiempo en Venecia y muestra un mayor dominio del lenguaje occidental. En el cuadro, la Virgen, vestida de rojo carmín, con manto amarillento, está sentada en el centro de la composición, sobre un estrado. Lleva en brazos al Niño, casi desnudo, que alarga su mano derecha hacia una arqueta que muestra el rey anciano arrodillado vestido de amarillo, con un manto casi transparente con vueltas de piel. Tras él, se inclina otro rey con los brazos cruzados sobre el pecho, vestido también de amarillo con manto verde. A la derecha, en pie y de espaldas el rey negro, con túnica carminosa y manto rojo anaranjado, porta como ofrenda una copa cuya tapa levanta. Tras el Niño, San José, inclinado, y a la izquierda unos jinetes del séquito parecen alejarse. (texto extraído del catálogo en línea del Museo Lázaro Galdiano)

lunes, 5 de marzo de 2018

Caja sepulcral de Doña Beatriz Cornel (Monasterio de Sijena)


Esta es la tercera de las cajas sepulcrales de madera que recientemente han sido reintegradas desde el Museo de Lérida a su lugar de origen, el Monasterio oscense de Sijena. Al igual que en las dos anteriores, las fotografías que acompaño fueron tomadas en el Museo leridano. Es obra de mediados del siglo XV y ofrece el peor estado de conservación de las tres. Doña Beatriz Cornel fue priora del Monasterio entre 1427-1451. Como novedad en relación con el resto, la figura yacente de la finada no se presenta en uno de los laterales de la tapa, sino de la caja, por lo que los escudos heráldicos también cambian de lugar, pasando a la tapa. Estos son tres, en losange y sobre fondo de bocado, y de derecha a izquierda representan a la familia Cornel (campo de oro con cinco cornejas en sable dispuestas en sotuer), al Monasterio de Sijena en el centro (una cruz de oro en campo de gules) y a la Condesa de Barcelhos (escudo partido con las armas de los Cornel en diestra, y una media luna y ajedrezado en sable sobre campo de oro en siniestra), título ostentaba la priora. Doña Beatriz vista el hábito de la Orden de San Juan y lleva un rosario de una vuelta al cuello y entrelazado en las manos que están en posición orante. El fondo donde reposa la cabeza está muy perdido y apenas se aprecian unos motivos florales en el lateral.



jueves, 1 de marzo de 2018

Caja sepulcral de Doña Isabel de Aragón y Monferrato (Blasco de Grañén)


Hacia 1434 Blasco de Grañén realizó para el Monasterio de Sijena la urna sepulcral de la priora Doña Isabel de Aragón y Monferrato. Este ataúd de madera es el más antiguo de los cuatro que se conservan (tres ahora en el Monasterio y el cuarto en el Museo de Zaragoza), y forma parte del conjunto de piezas que fueron reintegradas al Monasterio oscense procedentes del Museo Diocesano y Comarcal de Lérida, donde se encontraban en depósito (las fotografías que acompaño corresponden a su antigua ubicación en el museo ilerdense). Blasco de Grañén representa a la difunta en posición yacente sobre una de las tapas, con las manos cruzadas sobre la cintura, vestida con el hábito de la Orden de San Juan y con un rosario de tres vueltas alrededor del cuello. Los pies y la cabeza apoyan en cojines de brocado y le acompaña en la zona de los pies otra religiosa del Monasterio leyendo en un libro, al modo de los dolientes que aparecen en los sepulcros monumentales de la época. El estilo característico y elegante del pintor se aprecia en los pliegues de la toca y mangas del hábito, así como en las finas y demacradas manos donde parece que ha querido representar algo del rigor de la muerte.
En el frente de la caja, sobre fondo de brocado, tres escudos en losange con motivos heráldicos de la finada y del Monasterio.