Esta pintura, actualmente en el
Museo de Huesca, forma parte de un conjunto de cinco tablas de un retablo
procedente de la Iglesia de San Pablo de Zaragoza. Cuatro de ellas representan
a santos entronizados (San Pedro mártir de Verona, San Bartolomé apóstol, San
Esteban protomártir y Santo Domingo de Guzmán) y la quinta la imagen sedente de
Nuestra Señora del Rosario ocupando el lugar central como posible titular del
retablo. Las tablas de San Bartolomé, La Virgen y San Esteban llevan en la
parte superior una franja con el mismo brocado de motivos florales y vegetales.
La Virgen se representa en primer
plano, en posición sedente, en tres cuartos hacia su izquierda. Viste túnica
granate con cuello y puños resaltados y manto azul con el reverso adamascado en
verde y ribetes dorados en relieve. Luce una larga melena, rizada y suelta;
sobre su cabeza porta una corona rodeada por una aureola, ambas de oro en
relieve. Con sus manos sostiene al Niño que, de pie y desnudo, se mantiene en
su regazo, sujetando en su mano izquierda un rosario; su cabeza está enmarcada
también por un nimbo de oro. Madre e hijo están circundados por una guirnalda o
rosario de forma ovalada, a modo de mandorla, cuyas cuentas son rosas blancas,
separando cada decena por una rosa roja.
A los pies de la Virgen se
observa el creciente lunar y tras ella, unos rayos de sol en un foco luminoso
rojo y amarillo. Estos elementos aluden a la Inmaculada Concepción, basada en
la descripción del Apocalipsis 12,1., además de las rosas y los lirios que
adornan el pavimento.
En segundo término, sobre un
fondo dorado, flanqueando a la Virgen y al Niño, un ángel a cada lado, de pie.
Sujetan y extienden un dosel, y al desplegar sus coloreadas alas parecen
cobijar y, al mismo tiempo resaltar al grupo de María y Jesús, en un espacio
cuya referencia espacial física viene dada por las baldosas del pavimento
dispuestas en fuga para proporcionar la profundidad. (texto extraído de la ficha del CERES)