Esta talla del Ecce Homo es una
de las primeras obras de Alonso Berruguete en las que ya comienza a notarse se
novedoso planteamiento rupturista. Procedente del Monasterio de Nuestra Señora
de la Mejorada de Olmedo, se incorporó a la colección del Museo de Escultura de
Valladolid en 1968.
El artista hace de esta
recurrente escena en la que Pilatos presenta al pueblo a Cristo para que
ratifique su condena de muerte, su propia interpretación y la carga de
simbolismo. La fragilidad del personaje queda patente por la verticalidad, la
delgadez de sus miembros y por la postura casi imposible del cuerpo. El modo de
cruzar las piernas produce una gran sensación de inestabilidad que queda
compensada por el manto, apoyado en el suelo, de tal forma que la sutiliza de
la tela queda transformada en el soporte de la figura entera. Este efecto de
inestabilidad todavía se acentúa más por el cruce de los brazos.
A pesar de que no existe
documentación que certifique la autoría de Berruguete, los rasgos afilados del
rostro, las líneas del cabello y la corona de espinas, que forma parte de la
configuración de la escultura, así como la forma de tratar las extremidades o
el detalle del manto, resuelven cualquier duda al respecto.
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