Mi amigo Portillo (Joaquín Sorolla)

 

Hacia 1900, Sorolla retrata a su amigo Portillo, que al igual que él era pintor. En el cuadro se representa en pleno trabajo, con la mirada vuelta hacia el espectador sin dejar de sostener en una mano el pincel y en la otra la paleta. Sorolla imprime a la obra una gran luminosidad a base de largas pinceladas poco cargadas de pintura. El color blanco que se hace extensible en la parte posterior de la habitación y en la bata que viste Portillo está reforzado sobremanera por la luz que entra a raudales por la ventana del fondo de la estancia que parece invadir cada rincón con el aire y ambiente mediterráneo que tan bien conocía Sorolla.