Luis de Madrazo pintó varios
retratos de su única hija. Este en concreto es el tercero, cuando María Teresa
debía de tener 9 o 10 años. Vestida totalmente de negro, está sentada en una
silla de brazos en un invernadero acompañada de un perro negro. La niña podría
ir de luto por el fallecimiento de Mariano Fortuny a finales de 1874, o por el
de Eugenia, mujer de su tío Raimundo en 1875. Se trata de una obra pintada a
modo de “tableautin” que recuerda, por el preciosismo, el retrato que Raimundo
pinta en Granada de María Luisa Fortuny. La ambientación de la estancia permite
suponer que se tratase de la Serre de Ramón de Errazu de París, donde trabajaba
Raimundo.
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