La figura de Santa Lucía se representa
de poco más de medio cuerpo inscrita en un círculo, con la cabeza girada hacia
su izquierda y levantada hacia lo alto, a donde dirige la mirada. Cubierta con
ricas vestiduras, un manto cubre sus hombros y se recoge en el brazo izquierdo;
lleva un collar de perlas, diadema de rosas y hojas en la cabeza y un fino aro
dorado como aureola. En las manos porta la palma del martirio y sus atributos:
un plato con unos ojos sobre el libro cerrado de los Evangelios. Una luz cálida
invade la figura donde queda marcado el suave modelado del rostro y manos, así
como los claroscuros en los pliegues de su ampulosa indumentaria.
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