Esta magnífica obra del naturalismo castellano, caracterizada por la sobriedad que emana de su idealizada anatomía, su respeto a las leyes del “decoro”, o su desmayo mortal, es también un ejemplo del gusto barroco por el efectismo, conseguido en el contraste entre la visión real de un Dios muerto y su imagen artística. Con su énfasis en la belleza formal y, a la vez, en una emotiva crueldad patética, manifiesta la ambición pedagógica de los Jesuitas, para cuya Casa Profesa de Madrid la realizó Gregorio Fernández, y de su retórica, que tanto influyeron en el arte del siglo XVII.
sábado, 30 de marzo de 2013
Cristo Yacente (Gregorio Fernández)
Esta magnífica obra del naturalismo castellano, caracterizada por la sobriedad que emana de su idealizada anatomía, su respeto a las leyes del “decoro”, o su desmayo mortal, es también un ejemplo del gusto barroco por el efectismo, conseguido en el contraste entre la visión real de un Dios muerto y su imagen artística. Con su énfasis en la belleza formal y, a la vez, en una emotiva crueldad patética, manifiesta la ambición pedagógica de los Jesuitas, para cuya Casa Profesa de Madrid la realizó Gregorio Fernández, y de su retórica, que tanto influyeron en el arte del siglo XVII.
miércoles, 27 de marzo de 2013
Tríptico de Haneton (Bernard Van Orley)
El centro del tríptico lo ocupa la representación del entierro de Cristo. La Virgen, San Juan, María Magdalena y las dos Marías rodean el cadáver antes de darle sepultura; las lágrimas caen por sus rostros como perlas traslúcidas y las sombras de color marrón subrayan el dolor de sus expresiones. Al fondo aparecen José de Arimatea y Nicodemo acompañados de la corona de espinas que viene a recordarnos que fueron ellos los que bajaron a Cristo de la cruz.
Van Orley ha sacado la escena de
su contexto histórico, eliminando cualquier elemento narrativo, excepto una
esquina de la timba de piedra visible en la parte inferior derecha, para
centrar la atención en las personas, muy juntas una contra otra sobre un fondo
dorado. De esta manera, el entierro se convierte en un acto de devoción, al
modo de la tradición de la pintura flamenca primitiva.
Por otra parte, las formas
fluidas, la naturaleza monumental de las figuras y ciertas actitudes señalan la
influencia de Durero y de la escuela italiana. Esta misma composición, con la
adición de un fondo de paisaje y de la tumba, la repite Van Orley, que también
era un conocido decorador y diseñador de tapices y vidrieras, en un tapiz
conservado en la National Gallery of Art de Washington.
El tríptico fue encargado
alrededor de 1520 por Felipe Haneton para colocarlo encima de la sepultura
familiar en la iglesia de Santa Gúdula de Bruselas. El donante ocupaba un cargo político de alto
rango, después de haber sido nombrado primer secretario del Gran Consejo por
Carlos V en 1518 y encargado de juzgar las peticiones de audiencias con el
emperador; también fue tesorero de la Orden del Toisón de oro.
En la tabla izquierda del
tríptico aparece Haneton junto con sus siete hijos, acompañados de San Felipe.
En la tabla derecha se representa
a Margarita Numan, esposa del donante, junto a sus cinco hijas y Santa
Margarita de Antioquía.
domingo, 24 de marzo de 2013
La Familia Real (Federico de Madrazo)
Hacia 1852-1853 Federico pinta en
pequeño formato a la familia real española. Se trata de uno de los pocos
retratos de grupo del pintor que muestra, de manera intimista, a los reyes y a
su hija. Isabel II, Francisco de Asís y la pequeña infanta Isabel se presentan
de una forma natural, como si se tratara de una escena costumbrista, siendo la
simbología de los aderezos, además del parecido físico, lo que nos permite
identificar la escena.
jueves, 21 de marzo de 2013
Tabla del Descenso de Cristo a los Infiernos del Retablo de la Resurrección (Jaime Serra)
Esta tabla, la última de las que
se conservan del retablo encargado por fray Martín de Alpartir para la Sala
Capitular del Monasterio del Santo Sepulcro de Zaragoza, estaba situada en el
piso inferior de la calle lateral derecha, debajo de la Dormición de María.
La iconografía está basada en los
evangelios apócrifos de la Pasión y Resurrección, aludiendo al testimonio de
los hijos de Simeón que afirman haber resucitado con Jesús y describen la
entrada gloriosa a los infiernos.
Siguiendo la tradición bizantina,
Serra representa el infierno en forma de boca del dragón Leviatán con las
fauces abiertas, tal y como se popularizó en el arte europeo occidental desde
el siglo XIV. Destaca el grupo de patriarcas y profetas que son salvados del
infierno por Cristo, que está acompañado de un grupo de ángeles. Los demonios
impiden su salida, mientras el Salvador da la mano a Adán y Eva; tras ellos
están Juan el Bautista, Abel, David y Salomón, todos ataviados con sencillas
túnicas y nimbos poligonales.
martes, 19 de marzo de 2013
Tabla de la Dormición de la Virgen del Retablo de la Resurrección (Jaime Serra)
La tabla de la Dormición ocupaba
la calle central del retablo, bajo la Coronación de la Virgen. Esta
iconografía, aceptada desde antiguo por la Iglesia, recoge el relato
tradicional según el cual María habría muerto en la cama en su casa de
Jerusalén acompañada por los apóstoles para despedirse de ella.
Serra representa el tema según el
modelo que propone el arte bizantino difundido a través de mosaicos, marfiles y
miniaturas. La Virgen se muestra acostada en su lecho de muerte con los ojos
cerrados y las manos cruzadas; tras ella, un gran número de personajes
encabezados por la figura juvenil de Jesucristo que, escoltado por ángeles, se
aproxima a la cama para recoger el alma de su Madre en forma de niña vestida
con túnica blanca que sale de su boca.
Se observa una técnica muy
habitual que consiste en una preparación oscura y modelado de formas por la
superposición de claros que culminan con blanco puro en las carnaciones y ocre
claro en el pelo y velos, siendo una gama cromática que presenta muy pocas
variaciones.
domingo, 17 de marzo de 2013
Tabla de la Coronación de María del Retablo de la Resurrección (Jaime Serra)
Esta tabla ocuparía la zona más
alta de la calle lateral del retablo. En su parte superior izquierda destaca
una Santa Faz, pintada con notable dulzura y riqueza de matices.
Bajo un arcosolio dorado en
relieve coronado por figuras antropomorfas se representa el tema de la
Coronación de María como reina de los cielos después de su Anunciación,
iconografía muy popular en el arte de la Europa occidental a partir del siglo
XII.
En esta popular versión del tema
de la Coronación es el propio Jesús quien ciñe las sienes de su Madre con la
corona real. Serra ha imaginado un doble trono de rica carpintería gótica,
escoltado por dos parejas de ángeles entregados a la oración y dedicados a
tañer sus instrumentos musicales en alabanza a la Virgen María.
Destaca el profuso trabajo del
manto de la Virgen y de la túnica de Cristo, ambos decorados con elementos
vegetales y animales (aves en la túnica de Jesús). Una muy abundante y
trabajada decoración en las telas se observa en las dos figuras que flanquean
la escena principal con sus manos cruzadas sobre el pecho y con alas; son
personificaciones celestes que le dan sentido a la escena de la Coronación de
María.