martes, 25 de febrero de 2014

Ruinas de la Iglesia del Santo Sepulcro (Ramón Martí Alsina)




Los primeros paisajes que realiza Martí Alsina están fuertemente influenciados por la visión romántica naturalista imperante en el primer cuarto del siglo XIX. Una de sus obras más relevantes de este período es “Ruinas de la Iglesia del Santo Sepulcro” pintada en 1862, en  la que muestra su preferencia por la búsqueda de atmósferas nítidas y el empleo de un empaste denso atento a la captura de los efectos lumínicos.

domingo, 16 de febrero de 2014

Venus en la fragua de Vulcano (Mathieu et Louis Le Nain)


Este cuadro representando a Venus en la fragua de Vulcano es una excepción dentro de la obra de los hermanos Le Nain, que por lo general se centra en escenas de campesinos. La escena recoge el momento en que Venus, diosa del amor, va al taller de Vulcano, dios del fuego, a pedirle que forje una armadura para su hijo Aeneas. La aparición de Venus semidesnuda en una forja llena de hombres rudos nos indica claramente que estamos ante una escena mitológica. Destaca la representación idealizada de Venus y su hijo frente a la más descuidada de Vulcano, que más que un dios parece un hombre ordinario bastante despreocupado por su aseo personal.; además esta contraposición entre la idealización de Venus y la mundanidad de Vulcano queda resaltada por la iluminación con que aparecen la mujer y su hijo frente a la sombra en que permanecen los hombres.

viernes, 14 de febrero de 2014

Tres mendigos (Giocomo Ceruti “Il Pitocchetto”)

Tres personajes, dos hombres y una mujer de avanzada edad vestidos con harapos se disponen en torno a una mesa. La monumentalidad de las figuras, sus miradas ausentes, la habitación vacía, las tonalidades de ocres y grises dan un aire a la obra que la aleja de una simple escena de género. Se trata de una pintura de protesta ante las condiciones que sufrían algunas personas, una pintura de temática social que floreció en el siglo XVIII con la Ilustración, y que pretendía encontrar una lección moral constructiva. La obra fue un encargo del coleccionista y mariscal Von Schulenburg, que se la llevó a su residencia de Berlín.


domingo, 9 de febrero de 2014

Tríptico del Descendimiento (Motos –Guadalajara-)




Procedente de la parroquial de la pequeña localidad de Motos en el Señorío de Molina se expone en el Museo Diocesano de Sigüenza este retablo, denominado “Tríptico del Descendimiento”, por ser ésta la representación central de las tres tablas que lo componen. Francisco Javier Ramos Gómez propone como posible autor a Bernabé de Andrade, del que se conoce que trabajó en algunas iglesias de localidades próximas como Checa o Embid. Se puede datar hacia la primera mitad del siglo XVI, entre 1540-1560.


En el panel central se representan el momento en que Jesús es bajado de la cruz. Apoyadas en los brazos de la cruz hay dos escaleras con José de Arimatea y Nicodemo sobre ellas quienes en compañía de un ayudante, que muy bien podría ser San Juan ya que no aparece en la parte inferior junto a la Virgen como suele ser habitual, proceden a bajar el cuerpo de Cristo.


En la parte inferior está representada la Virgen prácticamente desfallecida con las santas mujeres a su alrededor lo que supone una novedad, ya que las mismas no figuran en los Evangelios canónicos relacionadas con el Descendimiento sino con el hallazgo del sepulcro vació. Se completa la tabla con una serie de objetos situados a los pies de la Virgen que hacen referencia al martirio de Cristo, como son el martillo, las tenazas, los clavos y la corona de espinas. Se pueden entender como elementos que empujen al creyente a la oración y a la reflexión íntima sobre el sufrimiento de Cristo.


A la derecha del anterior se representa la Oración en el Huerto, donde los apóstoles Pedro, Juan y Santiago duermen recostados en la parte inferior mientras en la mitad superior aparece la figura de Jesús rezando de rodillas ante un ángel que le ofrece el cáliz de su cercano martirio.


La tercera tabla hace referencia a la Resurrección como triunfo de Cristo sobre la muerte, y en consonancia, de los cristianos sobre el pecado, por lo que cuando aparece representado este motivo hay que suponer que se realizó por motivos funerarios, en este caso tal vez como elemento decorativo de alguna capilla particular de la iglesia de Motos. Jesucristo aparece triunfal dentro de una mandorla de luz dorada, sobrevolando el sepulcro vestido con un paño de pureza y con una túnica arrebolada, sosteniendo en su mano izquierda la cruz-estandarte símbolo de su triunfo sobre la muerte y con una enorme cabeza de ángel bajo sus pies que le empuja hacia el cielo.


El sarcófago aparece cerrado para enfatizar el hecho milagroso de la resurrección. Tres soldados vestidos con atuendos de la época están a su alrededor, dos durmiendo y el tercero asombrado ante el hecho milagroso. Destacan dos aspectos en esta tabla, el primero el aparecer Cristo sobre un ángel que le empuja hacia los cielos, elemento propio de las representaciones de la Asunción de la Virgen e inadecuado para Jesús que no necesita ayuda externa para ascender a los cielos. El segundo la fusión entre la Resurrección y la Ascensión o Glorificación caracterizada por la figura de Cristo flotando encima del sepulcro, fusión que aparece en los Evangelios Apócrifos y que durante el siglo XVI se extenderá por España y por la Diócesis de Sigüenza.

lunes, 3 de febrero de 2014

Piedad (Gregorio Fernández)


Gregorio Fernández realiza para la Cofradía vallisoletana de Nuestra Señora de las Angustias el paso de la Sexta Angustia compuesto por la Piedad con los dos ladrones junto con San Juan y la Magdalena. De todos ellos destaca la figura de la Piedad, una monumental composición en la que priman las líneas diagonales y la asimetría, rompiendo el esquema piramidal tradicional definido por Miguel Ángel en la Piedad del Vaticano. La naturalidad de las actitudes y el tratamiento minuciosamente realista del desnudo son cualidades propias de la etapa de madurez del artista, al igual que el gusto por la amplitud de los ropajes, cuyos abundantes plegados propician unos contrastes luminosos muy acusados que confieren a la obra el carácter pictórico y mutable propio del barroco.