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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Madame Aymon (Jean Auguste Dominique Ingres)


Ingres retrata en este cuadro a una de las damas de la corte imperial que Carolina Bonaparte, hermana de Napoleón, había establecido en Roma. El pintor llegó a Roma el mismo año en que pintó este retrato, también conocido como “la bella Zèlie”, con una beca para estudiar en la Escuela de Francia de la ciudad. Además de la beca, tuvo que conseguir encargos para mantenerse, ya que los primeros años estuvieron llenos de estrecheces económicas. Ingres encontró en los altos funcionarios y aristócratas de la pequeña corte una clientela temporal que le permitió subsistir con una cierta holgura.

martes, 5 de enero de 2016

Duque de Orleans, Ferdinando Filippo (Jean Auguste Dominique Ingres)


Ingres adquirió un gran renombre como retratista, tanto en la corte italiana de Carolina Bonaparte como en Francia. Su éxito radicó en su técnica minuciosa a base de tomar innumerables dibujos preparatorio del modelo desnudo, para conseguir una exacta reproducción anatómica; después los vestía con detalle e iluminaba la escena con un perfecto equilibrio, además de utilizar unas gamas cromáticas muy brillantes. A todo ello hay que añadir las horas que el pintor se pasaba con el retratado, obligándole a cambiar de postura hasta que encontraba su pose perfecta. En este lienzo aparece Ferdinando Filippo, hijo del emperador francés Luis Felipe, que se había convertido en amigo y cliente de Ingres. Desgraciadamente, el heredero murió en un accidente en la calle, y será el mismo Ingres el encargado de decorar su capilla funeraria con varios santos en las vidrieras.

martes, 10 de noviembre de 2015

Roger liberando a Angélica (Jean Auguste Dominique Ingres)


Para pintar este lienzo Ingres se inspiró en un pasaje de "Orlando Furioso", escrita por Ariosto en el año 1516. Se trata de una reinterpretación del tema cristiano de San Jorge, el dragón y la princesa, llevada aquí hacia un erotismo desenfrenado, justificado con el nombre de un gran escritor del siglo XVI. Según los estudios preparatorios que se han conservado, parece ser que el motivo que más interesó al pintor fue la figura de Angélica, de la que realizó numerosos bocetos previos. El resultado final es una figura retorcida artificiosamente, con la piel de un blanco irreal que destaca con fuerza contra la rugosidad de la roca a la que está encadenada. Mientras, Roger impávido y cubierto de arriba abajo con una reluciente armadura, viene a rescatarla del dragón.