En la exposición permanente del Museo Diocesano de Sigüenza podemos contemplar una hermosa talla de marfil proveniente de la iglesia de la localidad de Mochales en el Señorío de Molina. De estilo luso-hindú, de finales del siglo XVI y labrada de bulto redondo, representa a un joven pastor sentado sobre unas piedras en lo alto de un monte.
Está en actitud de reposo, durmiendo en son de paz, con la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda, apoyada en la mano semicerrada. Con el otro brazo extendido sujeta y protege a un pequeño cordero, alegoría del buen pastor que salva al cordero como alegoría del alma del pecador que ha salido al camino de la salvación.
Se viste con una túnica abierta por delante que cae hacia la rodilla, atada a la cintura. Las mangas cubren hasta la mitad del antebrazo. Sobre el hombro derecho se sitúa un pequeño perro echado sobre sus patas traseras, con la cabeza erguida, tal vez en posición de tranquila vigilia. Tanto la túnica, como las pieles del perro y cordero tiene una uniformidad decorativa que denotan ser parte de un todo.
El monte sobre el que se asienta el buen pastor aparece compartimentado en dos niveles. En el primero se ha colocado la fuente de la vida, de la que beben algunas de las ovejas del rebaño. Debajo, en el mismo centro, aparece representado frontalmente y con ademanes desafiantes, un perro que vigila el rebaño que, extendido por las laderas del monte, pasta o alivia su sed. Sobre el perro se sitúa una especie de atlante con cara de sufrimiento que carga sobre sus espaldas con los brazos extendidos, como si fuera un crucificado, la fuente de la vida.
En el frente del nivel inferior podemos ver la figura yacente de una de las mujeres penitentes, María Magdalena o María Egipciaca. Sus vestiduras, sin ningún tipo de decoración, envuelven completamente el cuerpo dejando al descubierto únicamente los brazos, el derecho señalando la línea de lectura en un libro abierto sobre el suelo, y el izquierdo doblado apoya el codo sobre una calavera y sujeta la cabeza elevada para poder leer. Sin embargo, no lee sino que tiene la mirada perdida, lo que le confiere un aspecto pensativo de serena tranquilidad. A un lado, cercano a la cabeza, aparece un Cristo crucificado. A sus lados, en sendos huecos más pequeños, se colocan eremitas arrodillados ante el Crucificado.
El tema del Buen Pastor fue muy frecuente en la iconografía del arte cristiano primitivo, apareciendo ya en el siglo II. Más tarde, en el siglo V, desapareció para resurgir con fuerza a finales del XVI en Francia y Portugal. Esta talla de Mochales difiere del modelo clásico en la ausencia de vendajes en las piernas y la sustitución de la flauta por el cayado, fruto de la asimilación que los misioneros portugueses hicieron de Buda y Jesús. Contemplar esta talla “en vivo” debe de ser un motivo más, como vengo diciendo ya en otros post, para planificar una visita al magnífico y poco conocido Museo Diocesano de Sigüenza. Seguro que no saldréis defraudados.