Federico de Madrazo pinta este
retrato en 1863, como consta en la parte inferior derecha del mismo junto a su
firma. Representa a una aristocrática dama de unos 35 años, de complexión
gruesa, con el cabello rizado recogido que le cae por los hombros, adornado con
una flor. De rostro serio y mirada directa y altiva, viste un lujoso traje de
generoso escote, en el que luce una gargantilla de perlas y brillantes. (texto extraído del catálogo en línea del
Museo Lázaro Galdiano)
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