En 1907 la familia Sorolla pasa
el verano en la Granja de San Ildefonso. Sorolla utiliza como motivo central de
este cuadro a su hija Elena, que en aquel momento tiene 12 años. El salto de la
niña resulta evidente por la falta de contacto con su sombra, un recurso
sencillo, pero muy eficaz, y la composición entera se contagia de ese movimiento
elástico, acentuado por las carreras circulares de los niños que se persiguen
alrededor del estanque. (texto basado en
el que figura en la Guía del Museo Sorolla)
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