Para Camón Aznar, la intensa
mirada y el aire un tanto enfermizo con el que se representa en este
autorretrato Bayeu, constituyen “un magnífico testimonio psicológico”, y lo
fecha hacia 1790, aunque Morales y Marín lo sitúa un año antes, en 1789. Aunque
no existen datos ni prueba alguna que corrobore la identificación, ésta es
aceptada sin critica por quienes se han ocupado de la obra de este pintor,
considerándolo como “el único documento que poseemos para conocer su semblante”.
(texto extraído del catálogo on-line del Museo Lázaro Galdiano, donde se
expone el cuadro)
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