Esta original obra de Federico de
Madrazo, también conocida como “La inspiración” se sitúa cronológicamente hacia
1866. Se trata de una representación que el pintor hace del ser humano en su
papel de hacedor de cultura y, al mismo tiempo, como producto de la misma.
Visualmente el cuadro nos remite a la obra de Antonio de Pereda “El sueño del
caballero”, que se conserva en la Real Academia de Bellas Artes. En este cuadro
Pereda pintó una vanitas alusiva a las aspiraciones de poder y de riqueza, y
Madrazo modernizó y readaptó el tema para interpretar los anhelos de un artista
de su época.
Se especula con que se trate de
un autorretrato de sus propios sentimientos representados en la figura de un
personaje que adormecido en su estudio, rodeado de cuadros, esculturas, la
paleta de pintor, el caballete y un perro, sueña con la musa señalada por el
ángel que la acompaña. En el cuadro aparece uno de los escasos desnudos que se
conocen en su producción, representando a una musa humanizada y sensual que,
enfatizada por un halo de luz, muestra su condición de transmisora de los estímulos
creativos del artista.
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