El Greco representa en este cuadro a San Francisco de Asís en figura de medio cuerpo con las manos cruzadas sobre el pecho y los ojos alzados hacia un resplandor en la parte superior izquierda del lienzo; en la parte inferior, en primer término, la calavera sobre una especie de antepecho rocoso. Por la técnica empleada se sitúa en los inicios de su estancia en España, concretamente entre 1577 y 1580, y entre los críticos se considera una obra de calidad muy significativa. Se subraya, sobre todo, la belleza de las manos, sensibles y expresivas, y la mirada alzada, de noble belleza varonil, en apasionado gesto de amor y arrobo (texto extraído del catálogo en línea del Museo Lázaro Galdiano, donde se expone esta obra)
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