viernes, 25 de mayo de 2018

Tres cabezas de cordero (Pablo Ruiz Picasso)

Los tiempos de guerra aportan a la obra de Picasso los temores que ésta le provoca. En “Tres cabezas de cordero”, pintada en 1938, con posterioridad al Guernica, no refleja tan directamente el tema de la muerte, pero sí su esencia. Combina a partes iguales la figuración y la disociación, ya que está presente la perspectiva y la representación natural, pero combinadas la vista frontal y la posterior. De esta manera se observa sin dificultad como en el cráneo superior no cuadra la línea de los ojos con la de las mandíbulas, pero en el conjunto de la composición, Picasso sigue respetando la perspectiva, ya que está bien definida una línea horizontal con la que distingue, además de con el colorido diferente, la mesa de la pared. Son formas naturales con unos toques de cubismo que el pintor todavía tenía impregnadas en su esencia
“Tres cabezas de cordero” representa una escena en la que Picasso trata de expresar el dolor y la frustración que siente por el avance de los fascismos en el mundo. Muestra a través de unos frívolos y sangrientos cráneos la preocupación hacia la creciente violencia. Ha pintado la muerte sobre una mesa cubista, pero aparece maquillada tras unos colores cálidos, aunque demasiado rojizos para llenar la composición de esa sensación agria que la inestabilidad política le estaba produciendo. Con este cuadro continúa con su producción de obras de su etapa expresionista, con la que se abre ante el mundo para expresar lo que la guerra le estaba causando internamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario