En 1902 Sorolla retrata a su
mujer desnuda inspirado en “la Venus del espejo” de Velázquez. Clotilde aparece
de espaldas, reposando suavemente sobre sábanas de raso rosa que resaltan el moreno
de la piel. Se puede catalogar como un desnudo “pudoroso”, ya que el pintor no
recoge el rostro de la mujer para evitar que fuese reconocida. El artista se
recrea en la ondulante postura de su esposa e invita, con sus pinceladas, a recorrer
todo su cuerpo hasta llegar a la hermosa redondez de su trasero como punto
central de la composición. A pesar de que Sorolla pintó numerosos retratos de
ella, Clotilde no volvió a posar desnuda.
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