jueves, 20 de septiembre de 2018

El entierro de Cristo (Francisco de Goya)


Esta obra formaba parte del conjunto mural que Goya realizó para la capilla del palacio zaragozano de los condes de Sobradiel entre 1771 y 1772, por encargo de Joaquín Cayetano Cavero y Pueyo; posteriormente las pinturas fueron extraídas del muro y trasladadas a lienzo; en 1929 la condesa viuda de Gabarda las depositó en el Museo de Zaragoza hasta su venta y dispersión en 1932. Esta escena del entierro de Cristo estaba pintada en el techo de la capilla.
La escena tiene como eje de la composición la figura de Cristo en la entrada de una cueva recibiendo la luz del crepúsculo, con la cabeza velada por las sombras que sostienen dos ángeles mientras que María Magdalena, con rostro triste, le unge los pies. Tras ellos la Virgen apoya la cabeza en su mano y San Juan, a su lado, reza mirando al cielo. En el suelo aparece un cesto con un paño, y junto a él la cartela de la cruz y los clavos. El que sean ángeles en lugar de José de Arimatea y Nicodemo los que depositen el cuerpo de Cristo en el sepulcro tiene antecedentes en la pintura italiana del siglo XVI.  La espontaneidad y la genialidad que más tarde serán la nota predominante en Goya quedan reflejadas en esta obra en el intenso colorido y en las pinceladas rápidas y sueltas en la ejecución. (texto extraído del catálogo en línea del Museo Lázaro Galdiano, donde se expone la obra)



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