En este cuadro de gran formato
Pinazo recrea la estancia regia con el lecho donde reposa el soberano moribundo
incorporado sobre un gran almohadón. El rey apenas puede sujetar con sus brazos
la pesada espada que está entregando a su hijo, el infante Don Pedro, que
aparece arrodillado junto a él, vestido con túnica y cota de malla, mientras
escucha con atención las palabras de su padre abdicando en él. Como testigos de
la escena se representa un grupo de oficiales y nobles del séquito real
presenciando la ceremonia al pie del lecho, con gesto preocupado y grave. Están
encabezados por el infante don Jaime, que ocupa el primer término cerrando la
composición por la derecha. En el lado contrario, tres miembros de la dignidad
eclesiástica, encabezados por el arzobispo de Valencia, vestido con tiara y
casulla ricamente adornada, asisten expectantes al acto.
La extraordinaria desenvoltura
con que están resueltos personajes y accesorios, trazadas sus siluetas con
rotundos trazos negros, y aplicado el color a grandes manchas, marcando los planos
de su volumen con amplios toques deshechos y yuxtapuestos del pincel, con una
ejecución fogosa y enérgica, además del soberbio manejo de la luz, verdadera
especialidad de la escuela valenciana de fines de siglo, que ilumina la
penumbra de la estancia desde el ángulo superior izquierdo sugiriendo
perfectamente la atmósfera cargada del aposento del rey moribundo y marcando el
espacio entre las figuras con esplendidos juegos de contraluz especialmente
visibles en el grupo de los eclesiásticos, dan muestra de la singular y
valiente interpretación que Pinazo hizo del género histórico a través de su
personal estilo. (texto extraído del
catálogo on-line del Museo del Prado)
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