Esta pintura formaba parte del programa
decorativo del oratorio del palacio de los Condes de Sobradiel en Zaragoza. El colocar
este Santo dentro de la iconografía del oratorio responde al segundo nombre del
conde, Joaquín Cayetano Cavero y Pueyo, y a su vez con la advocación de la
iglesia que se levanta junto al palacio. El Santo se representa en edad
avanzada, arrodillado en actitud de veneración, con el cuerpo inclinado hacia
delante y la mano derecha elevada. El entorno de la figura es especialmente
oscuro y algo inquietante, a lo que contribuye el color negro del hábito, de
tal manera que únicamente destacan las carnaciones de rostro y manos. Al igual
que los otros tres cuadros de pequeño formato, su ejecución es a base de trazos
abocetados muy enérgicos, algo descuidados, pero sumamente expresivos, que modelan
las formas de manera contundente y efectista utilizando la luz y el color. (texto extraído del catálogo on-line de la
Fundación Goya en Aragón)
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