En esta obra, el pintor presenta
el inicio de una procesión que sale por el atrio de una ermita rústica. Va presidida
por el párroco con el Santísimo bajo palio, precedido por los monaguillos
portando los pendones que abren la procesión, seguido de sus acólitos y
feligreses. En primer término, grupos de lugareños contemplan su paso. La
amplitud escénica del paisaje, el detenimiento del artista en la descripción
pintoresca de los tipos y la distribución espacial de los grupos de campesinos
y las masas de arboleda a través del manejo de la luz muestran una faceta
diferente al Lucas más personal y conocido, resuelta por lo demás con su mejor
jugosidad pictórica, de toque directo y libre, especialmente brioso en zonas
como las copas de los árboles o los romeros más próximos al espectador. (texto
basado en el que figura en el catálogo online del Museo Lázaro Galdiano donde
se expone la obra)
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