Jusepe Martínez pinta este óleo sobre lienzo hacia 1644 para el Monasterio de Veruela. Influenciado por la pintura napolitana, destaca la imponente figura del Santo sobre un fondo cargado de luces y sombras. Sus calidades corpóreas están definidas por el punto de luz cenital y su volumen matizado por los efectos del claroscuro. Un segundo foco de luz cae sobre los ángeles del rompimiento de gloria.
En este cuadro, el pintor hace gala de su gran calidad como dibujante, más acentuada en el Santo que en los ángeles. Cromáticamente destaca el blanco del hábito con los tonos ocres y negros del resto.
Felicidades José Antonio por tu estupenda aportación al arte y a su didáctica
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