Luis de Madrazo pintó este vistoso retrato femenino, que representa a una refinada dama apoyada en un arpa, en la década de los sesenta. Sus facciones y expresión evocan el rostro de Luisa, su esposa. Es posible que hubiese posado para su marido en una obra homenaje a la música, a la que eran muy aficionados la familia Madrazo, en especial las hijas de Federico.
El vaporoso tul del vestido con flores bordadas recuerda al retrato de la emperatriz Isabel de Austria pintado por Franz-Xaver Winterhalter y también al de la condesa de Teba, pintado por Federico de Madrazo en 1849, aunque la postura de la modelo remite al retrato que hace el pintor alemán en 1864 de madame Rimsky-Korsakov.
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