Con motivo de la boda de su hijo
Francisco Javier con Gumersinda Goicoechea el 5 de julio de 1805, Goya realiza
una serie de siete retratos en miniatura sobre planchas de cobre en formato circular
que representan a su hijo Javier, la novia, sus tres hermanas y los padres de
éstas. Todos los medallones se caracterizan por la profunda captación psicológica
del personaje. En el caso de Francisco Javier, aparece retratado de busto, con
la cabeza ligeramente girada hacia la izquierda. De rostro juvenil, tenía 17
años cuando Goya lo retrató, manifiesta un gesto melancólico y de enfado a la
vez. El cabello peinado hacia delante se confunde con el tono oscuro del fondo.
Viste levita abotonada con el cuello levantado por donde asoma la camisa blanca
que le cubre hasta la barbilla. El
medallón fue adquirido por el Museo de Zaragoza, junto con el de Gumersinda
Goicoechea, en el año 2003. (texto basado
en el que figura en la web de la Fundación Goya en Aragón)
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