Juan de la Abadía representa en
este caso a la Virgen con el Niño sentada en un trono sobre un fondo dorado a
cuyos laterales aparecen dos ángeles músicos que tañen instrumentos de cuerda.
María aparece como una mujer de larga cabellera y tez pálida, vestida con un
amplio manto trabajado con angulosos pliegues. En sus brazos tiene al Niño,
dejando patente una actitud cercana y afectiva entre ambos que refleja la
humanización de los gestos, propia del gótico. Todos los personajes portan
limbos dorados decorados con líneas concéntricas en relieve realizadas con la
técnica del pastillaje. Destaca en la composición la perspectiva que
proporciona a la escena el suelo embaldosado sobre el que se asienta el trono.
(texto basado en el que figura en el
catálogo on-line del Museo de Huesca)
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