Bayeu pinta este óleo sobre
lienzo hacia 1759-1760. De formato casi cuadrado y con las esquinas curvadas,
presidía el retablo de la capilla de Santo Tomás en el convento dominico de San
Ildefonso de Zaragoza. El santo va ataviado con el hábito dominicano, y se
representa sentado en su cátedra portando los atributos de escritor de la
Doctrina Cristiana; las alas que le identifican como Doctor Angélico, la pluma
de Doctor de la Iglesia y el sol que ostenta en el pecho como atributo personal
“Totius ecclesiae sol”, pues
sabiduría y doctrina han de resplandecer sobre toda la iglesia. Esta obra se
enmarca dentro de las primeras realizaciones del pintor, y en ella destaca la
composición de las figuras en el suelo, que corresponden a los herejes,
desnudos academicistas que recuerdan a Giaquinto. (texto extraído de la cartela que figura junto al cuadro en el Museo de
Zaragoza)
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