El antiguo retablo mayor de la iglesia parroquial de la localidad turolense de Blesa, fue contratado por los representantes de la villa el 9 de noviembre de 1481 con los pintores Martín Bernad y Miguel Ximénez, vecinos de la ciudad de Zaragoza, por la cantidad de 450 sueldos. Este pago se realizó de forma fraccionada en cinco tandas, desde 1483 a 1487, año en que se finaliza, según consta en un documento de fecha 30 de marzo.
El retablo se desmontó del altar mayor a finales del siglo XVIII y sus tablas colgadas de forma desordenada detrás del nuevo retablo barroco, hasta que el Arzobispado de Zaragoza lo vendió al Museo de la Ciudad en 1922. Si en este paréntesis de tiempo se perdió o vendió alguna de las tablas es algo incierto. La que aquí puedes ver representa a los profetas Jeremías, Joel y Miqueas y formaba parte del sotobanco del retablo, formado por los bustos de todos los profetas.
Llama poderosamente la atención el decorativismo con el que está resuelta la tabla, debido fundamentalmente a la gran cantidad de estucos dorados que muestra. Los profetas aparecen inscritos en círculos, con un nimbo poligonal en sus cabezas, tal y como corresponde a los personajes del Antiguo Testamento, y van tocados con sombreros propios de los judíos de la Edad Media. Cada uno de los bustos se acompaña de una filacteria o cinta, donde figuran sus nombres y versículos de sus profecías.
La inclusión de estos profetas en la iconografía del retablo se debe al pensamiento teológico que establece la concordancia entre el mensaje del Antiguo Testamento, donde los profetas anuncian la salvación, y el Nuevo Testamento, donde se cumple el mensaje con el sacrificio de Cristo en la cruz. Este “doble credo” fue muy frecuente en la Europa del siglo XV, tanto en pintura, como en vidrieras y sillerías de coro.
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