viernes, 27 de abril de 2018

Santo Tomás de Aquino confundiendo con sus escritos a los herejes (Francisco Bayeu)

Bayeu pinta este óleo sobre lienzo hacia 1759-1760. De formato casi cuadrado y con las esquinas curvadas, presidía el retablo de la capilla de Santo Tomás en el convento dominico de San Ildefonso de Zaragoza. El santo va ataviado con el hábito dominicano, y se representa sentado en su cátedra portando los atributos de escritor de la Doctrina Cristiana; las alas que le identifican como Doctor Angélico, la pluma de Doctor de la Iglesia y el sol que ostenta en el pecho como atributo personal “Totius ecclesiae sol”, pues sabiduría y doctrina han de resplandecer sobre toda la iglesia. Esta obra se enmarca dentro de las primeras realizaciones del pintor, y en ella destaca la composición de las figuras en el suelo, que corresponden a los herejes, desnudos academicistas que recuerdan a Giaquinto. (texto extraído de la cartela que figura junto al cuadro en el Museo de Zaragoza)

lunes, 23 de abril de 2018

La predicación de San Juan Bautista (Pieter Brueghel el Joven)

Esta obra, que forma parte de la colección del Museo de Bellas Artes de Lille, es una copia que Pieter Brueghel el Joven hace del cuadro que con el mismo título pintó su padre Pieter Brueghel el Viejo en 1566, y que se expone en el Museo de Bellas Artes de Budapest.
Como en el original, la escena muestra un episodio de los relatos bíblicos en los que San Juan Bautista, como precursor de Jesucristo está pregonando la figura del Mesías. Hay que entender el cuadro dentro del contexto político, histórico y religioso que a mediados del siglo XVI se vive en los Países Bajos, donde la Reforma de Lutero y el Protestantismo están tomando fuerza. Por ello la escena puede visualizarse como la representación de uno de los muchos sermones que por entonces se veían en las calles de Flandes, donde muchos predicadores seguidores de las ideas de Lutero se apostaban en las afueras de las ciudades congregando a sus fieles y seguidores, ya que era la única manera de burlar a las muy católicas autoridades españolas que gobernaban el territorio bajo el reinado de Felipe II.
Bajo este punto de vista se entiende como Brueghel, a la hora de pintar la escena, no se fija tanto en el hecho religioso, en el que vemos como el Bautista señala a Jesús, como en la representación de sus conciudadanos, algo muy común a la mayoría de sus obras. De este modo, presenta a una muchedumbre atendiendo al sermón, y allí con todo lujo de detalles, lo cual también es muy habitual en la pintura costumbrista flamenca, se identifican a miembros de todos los estratos sociales, e incluso se ven a algunas figuras con turbante, es decir, personas llegadas de lejos y de otras culturas, lo cual no es gratuito por parte de Brueghel, ya que con ello pretende plasmar la universalidad del mensaje, que llega a todas las personas, independientemente de su condición social o de su procedencia.

lunes, 16 de abril de 2018

Novia lagarterana (Joaquín Sorolla)


Este cuadro, también titulado "Tipos de lagarterana", fue realizado en la primavera de 1912 como estudio preparatorio para el panel dedicado a "Castilla, La fiesta del pan", uno de los catorce grandes paneles que pintó para decorar la biblioteca de la Hispanic Society of America de Nueva York, con los que se intentaba transmitir al público americano una imagen de España que reflejase la identidad nacional. En estos paneles Sorolla reflejó como fondo los monumentos más representativos de cada región enmarcando escenas colectivas de fiesta y trabajo en las que el pintor quiso representar el aspecto de los pueblos españoles a través de la indumentaria regional de cada región como una de sus señas de identidad más significativas.
En este primer estudio, la figura masculina de la derecha puede ser identificada en la parte central del panel definitivo. Es una constante en los estudios de este periodo la composición que aquí vemos, con los personajes de tamaño natural, de cuerpo entero, de pie, en posición frontal, formando parejas o grupos en pose casi fotográfica en un entorno más o menos neutro. De este modo la atención se centra en el traje y en los rostros, que muestran las variantes fisonómicas que caracterizan a los diferentes tipos regionales.  (texto extraído del catálogo en línea del Museo Sorlla, donde se expone esta obra)


martes, 10 de abril de 2018

La Virgen de la Merced (Francisco de Zurbarán)


Zurbarán representa a la Virgen coronada de rosas, con el escudo de la Merced sobre el pecho y sentada sobre un trono de nubes. Sostiene en pie al Niño, vestido de blanco, que se apoya sobre la mano izquierda de su madre y la abraza con el brazo izquierdo, mientras extiende el derecho en gesto de bendecir. Un haz de rayos luminosos emana de la cabeza de la Virgen e ilumina una aureola de cabecitas de querubines entre nubes doradas. (texto extraído del catálogo en línea del Museo Lázaro Galdiano, donde se expone esta obra)


miércoles, 4 de abril de 2018

La Resurrección de Cristo (Pedro García de Benabarre)


Tras ser devuelta a Aragón por la Diputación de Lérida en 2014, pasó a formar parte de la colección permanente del Museo Diocesano de Huesca. En fotografías antiguas se aprecia como se trata de un fragmento de una tabla de mayores dimensiones, con la representación parcial de la Resurrección de Cristo pintada al temple con retoques al óleo. Se enmarca en mazonería de madera tallada y dorada de tradición gótica, en gran parte producto de la reposición, con decoración vegetal en el arco conopial de remate; dos pináculos laterales sobre pilastras la enmarcan. La tabla formaba parte de un desaparecido retablo de la iglesia parroquial de la localidad de Benabarre. Datada hacia mediados del siglo XV, su autoría se atribuye a Pedro García de Benabarre.
En origen tenía el doble de altura que la actual y representaba a Cristo resucitado saliendo del sepulcro, acompañado de cuatro soldados dormidos, dos delante del sepulcro y dos detrás. Tras la mutilación de la tabla, los dos soldados de la parte inferior han desaparecido, al igual que la mayor parte del sepulcro. Cristo aparece representado en actitud triunfante, bendiciendo con la diestra mientras que con la izquierda sostiene un fino estandarte con una cruz blanca sobre fondo rojo que ondea suavemente, como símbolo de su victoria sobre la muerte. Rodea la cabeza un nimbo crucífero dorado y decorado con pequeños motivos incisos y viste “perizonium” y un fino manto blanquecino cerrado con un broche de orfebrería. La figura es esbelta y el rostro presenta rasgos bastante definidos y expresivos, aspecto éste que denota el interés del artista por individualizar a los personales. Las figuras de los dos soldados han sido completamente repintadas.