domingo, 25 de agosto de 2013

El Apóstol Santiago y sus discípulos adorando a la Virgen del Pilar (Francisco de Goya)


Iconografía mariana que representa el conocido pasaje en el que la Virgen del Pilar se presenta en carne mortal ante Santiago y sus discípulos, que se encontraban en Zaragoza, en el año cuarenta.


La pintura desarrolla una composición que sigue un esquema triangular, presentando a Santiago con un canon de grandes dimensiones en un primer plano arrodillado ante la Virgen. Porta un báculo en su mano derecha y en su hombro izquierdo muestra las veneras o conchas de peregrino.
El eje de la representación queda marcado por la Virgen del Pilar sobre pedestal, rodeada de una gran aureola que ilumina la escena. A ambos lados, dos grupos con cinco apóstoles a los que habría que sumar un desconocido personaje situado a la izquierda, de menor edad que el resto y ataviado con indumentaria propia del siglo XVIII y que podría pertenecer a un autorretrato del propio pintor.


Esta iconografía fue varias veces repetidas por Goya, encontrándose ya en las puertas del armario de las reliquias de Fuendetodos. Realizada hacia 1775, esta obra pone de nuevo a Goya en contacto con Zaragoza, donde ya había realizado la puntura al fresco del Coreto de la Basílica del Pilar. La técnica más depurada de su composición, el cromatismo y la solución para los personajes, nos acercan a las producciones de sus cartones para la Real Fábrica de tapices, que comenzó a ejecutar hacia 1775. El tratamiento de las expresiones que dota a los personajes de temor y aturdimiento por la escena vivida, nos apuntan a un Goya más maduro.


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