miércoles, 12 de julio de 2017
Laboratorio de La Galette (Santiago Rusiñol)
A Santiago Rusiñol hay que buscarlo más allá de la pintura: entre la literatura, la música y el coleccionismo y su labor de promotor de un movimiento de agitación cultural moderno, nacionalista y a la vez cosmopolita. En él hallamos la ambigua imagen del artista moderno que oscila entre su supuesta independencia ideológica, su neutralidad política y las críticas a una burguesía vulgar y prosaica en sus ideales, pero de la que depende económicamente. En París, convive con Enric Clarasó y Miquel Utrillo -poco después se les uniría Ramón Casas-. Es un pintor que comienza siendo realista, que pasa por el impresionismo de tonalidades frías y encuadramientos insólitos, de escenas muy a lo Degas como se observa en esta obra de 1890. (texto extraído de la web “ArteHistoria”)
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