Este retrato, que se supone pintó
Rubens hacia 1620, se expone en el Museo de Arte de Cataluña procedente de la
Colección Cambó. Mujer de gran fortuna familiar, la condesa de Arundel tenía
fama de enérgica e independiente y, tal como demuestra la joya con el anagrama
de Cristo que luce en el cuadro, hacía pública demostración de su fe católica
en un momento de conflictos religiosos en su país.
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