Esta magnífica obra del naturalismo castellano, caracterizada por la sobriedad que emana de su idealizada anatomía, su respeto a las leyes del “decoro”, o su desmayo mortal, es también un ejemplo del gusto barroco por el efectismo, conseguido en el contraste entre la visión real de un Dios muerto y su imagen artística. Con su énfasis en la belleza formal y, a la vez, en una emotiva crueldad patética, manifiesta la ambición pedagógica de los Jesuitas, para cuya Casa Profesa de Madrid la realizó Gregorio Fernández, y de su retórica, que tanto influyeron en el arte del siglo XVII.
sábado, 30 de marzo de 2013
Cristo Yacente (Gregorio Fernández)
Esta magnífica obra del naturalismo castellano, caracterizada por la sobriedad que emana de su idealizada anatomía, su respeto a las leyes del “decoro”, o su desmayo mortal, es también un ejemplo del gusto barroco por el efectismo, conseguido en el contraste entre la visión real de un Dios muerto y su imagen artística. Con su énfasis en la belleza formal y, a la vez, en una emotiva crueldad patética, manifiesta la ambición pedagógica de los Jesuitas, para cuya Casa Profesa de Madrid la realizó Gregorio Fernández, y de su retórica, que tanto influyeron en el arte del siglo XVII.
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