Este cuadro de San Bernardo lo
realiza Berdusán, al igual que el de San Joaquín con la Virgen Niña, para el
monasterio de Veruela. El pintor presenta a San Bernardo con la cabeza casi
rapada y con tonsura monacal, escasa barba y rostro demacrado. El Santo viste
con el hábito blanco del Císter, orden monacal de la que llegó a ser Abad,
porte el báculo abacial, el libro de la Regla y la mitra.
La figura de San Bernardo, definida por los
claroscuros que marcan el volumen del cuerpo, queda enmarcada en un primer
plano por un arco que parte de una pilastra, tras la que se adivina un fondo de
paisaje iluminado por unos celajes fundidos. La pincelada es suelta y vigorosa,
y las calidades cromáticas de tonos cálidos dan lugar a una composición
equilibrada.
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