Rubens toma en esta obra un
modelo exótico, de acusados caracteres raciales, y lo pinta en cuatro
posiciones diferentes con otras tantas expresiones, usando una paleta limitada
de la que están proscritos los colores brillantes de su producción habitual. Es
un ejercicio y una disciplina a que se somete el autor en busca de la
intensidad, donde se muestra elocuentemente el rigor que profesaba Rubens, ese
rigor que sirve de oculto y sólido soporte a su opulencia barroca. El
personaje, inconfundible en sus facciones, aparece en otras obras del mismo
pintor, especialmente en algunas de sus epifanías. También se le ha reconocido
en cuadros de Van Dyck. Hay que suponer, pues, que el negro fue modelo de ambos
artistas en Amberes por los años 1615 a 1620, que es el período a que
corresponde el cuádruple retrato.
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