Esta representación que Boel
pinta en 1663, se distingue por su efecto decorativo y la atención que aportan
las prendas a fin de reforzar el simbolismo. Se invita al espectador a
reflexionar sobre la futilidad de la existencia en oposición a los símbolos del
podery placeres terrenales. Los libros y el globo terráqueo subrayan que el
estudio puede devenir en vanidad de saber. El cráneo en la parte superior de la
composición y el sarcófago recuerdan que la muerte siempre gana.
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